“VIOLENCIA INTRAFAMILIAR”

“Un esfuerzo de trabajo
desde el aprendizaje Gestalt”

Las parejas comienzan con el enamoramiento, y en esta etapa es tal la confluencia que, la mayoría de las veces no se puede delimitar el contacto físico, porque se pierde el límite entre una y otra persona. La realidad es que en esta convivencia de parejas enamoradas y en esta etapa no se dan cuenta de nada porque están en la luna, y cualquier cosa que decidan con el correr del tiempo y la convivencia llegarán a los pleitos y, a veces muy violentos; todo aquello del comienzo, con eso de que… “somos uno” y… “lo que tú quieras amor”, se convertirá en una fuerte polaridad, que al igual que la confluencia resulta un mecanismo neurótico por el cual se bajan de la nube y es cuando se da la violencia en el hogar.

La convivencia entre los seres humanos no es fácil. Las personas tendemos a resolver con mayor facilidad conflictos con padres, hermanas/os, compañeras/os de trabajo, amistades y jefas/es, pero cuando es una pareja se hace más difícil.

El 18 de febrero en el Salón Gerardi del Edificio Bérriz en nuestra Colomba, Guatemala, nos reunimos unas 30 mujeres aproximadamente para realizar un taller sobre “Violencia intrafamiliar”, tocando el tema desde la Gestalt. El mismo había sido pedido por ellas en la evaluación del Proyecto de Pastoral de la Mujer en diciembre del año pasado.

El trabajo resultó muy bonito y bastante participado, ya que ellas son dinámicas y creativas. Facilitamos el trabajo por medio de un Power Point y otras actividades donde fuimos comentando los distintos tipos de maltrato: físico, psicológico, sexual, económico.

Terminada esta etapa pasamos a realizar socio-dramas, donde reflejaron claramente que “el abusador por su proyección neurótica” no se responsabilizaba de su abuso y las culpaba a ellas de su conducta violenta.

Fue un momento de mucha riqueza, asimilación y sobretodo de contacto con su interior, donde vivenciaron momentos de dolor, de fracaso y de sentirse indefensas y minimizadas.

Dos o tres señoras se abrieron en el proceso y hubo que darles atención. En este momento el resto del grupo trabajó el rescate de su fuerza “yoica” por medio de un pequeño ejercicio de fortalecimiento de su Yo. Recogimos el día y cerramos con una meditación guiada teniendo como fondo lo valioso y maravilloso que es ser mujer.

El 18 de marzo un mes después, las mismas mujeres continuamos, trabajando y aquí el tema fue:
“Los valores evangélicos son todas aquellas actitudes que nos forman como personas, como mujeres y hombres” FL. 4, 8-9.

La propuesta inicial de trabajo fueron 6 valores: amor, respeto, agradecimiento, responsabilidad, honradez y honestidad. Iniciamos el trabajo con una oración como siempre lo hacemos y desde ese momento comenzamos la sensibilización.

Lo primero que plantearon fue, nosotras como mamás, formamos a nuestras/os hijas/os y si nosotras/os practicamos estos valores seremos buen reflejo para ellos.

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En realidad, nos quedamos en el primer valor del tema porque con mucha lucidez plantearon que del amor se derivaban todos los otros valores que teníamos para trabajar, e incluso hicimos una lista enorme de valores. En este proceso cada una fue dejando caer lo que sentía según lo que expresaba y a la vez se comprometía con ella misma y con su entorno a fortalecer esa experiencia.

A continuación, pasamos a enumerarnos y formar grupos para expresar los valores tratados y fue algo bello el trabajo que hicieron por medio de poesías, cantos, cuentos, teatro y bailes. Fue una manera muy bonita de expresar lo que aprendieron.

El sentimiento general fue de sentirse regresando a ellas mismas: amarse, perdonarse, responsabilizarse. Algunas expresiones fueron: “Antes estaba fuera de mí y por eso me pasaron muchas cosas que me dolieron, me golpearon y me hicieron sentir que no valía”. “Hoy siento que soy yo, me amo y me valoro”. Fue un retomar su centro y descubrir que en ellas había nacido algo nuevo, volver a sí mismas, volver a casa.

“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor” (1 Corintios 13).

Como deseamos que la formación de la Pastoral de la Mujer sea de manera sistémica, el domingo 19, las responsables de “Medicina natural” enseñaron a las señoras, a elaborar una pomada contra los dolores de huesos, esto les encanta, porque van aprendiendo cosas que les ayudan a dar un servicio en sus comunidades.

Petronila Torres, MMB

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“VIVIR LA FE DEL PUEBLO”

Vivir el retorno a Guatemala después de dos años de no estar en ese hermoso país, de volcanes y lagos y de gente maravillosa que, desde su generosidad, alegría, fe sencilla nos acerca al Dios de Jesús, siempre ha sido un gran regalo de Dios para mí.

Llegue a Guatemala el jueves 23 de marzo a una reunión de la Asamblea de nuestra Área México-Centroamérica, nunca pensé que regresaría a ese querido país que durante doce años y medio me fue mostrando el rostro de un Dios entrañable, solidario y comprometido con los más débiles de nuestro mundo, concretamente en Guatemala, país de profundas riquezas y grandes desigualdades.

Quise ir a Colomba, pero la falta de tiempo y la realidad de carreteras, transportes y posibles bloqueos me desanimaron, me quedé todo el tiempo en la capital. Fue aquí donde volvía vivir de manera sencilla una expresión de la fe popular en el Viacrucis.

La Comunidad Eclesial de Base, de la avenida Mateo Flores que se reúne los martes, realiza su Viacrucis los viernes de Cuaresma, antes de la Semana Santa. Este día viví otra vez junto con ellas/os esta celebración de fe, el olor a copal, la alfombra donde la cruz era el centro, que adornaba de manera sencilla al Nazareno y que, me regresaron a todas las celebraciones vividas en Colomba.

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La sencillez me acerco a las comunidades del campo en la zona de Mujuliá, Chuvá, Saquichillá, Santa Rosa, Mercedes, El Retiro y muchas otras comunidades que durante este tiempo acompañan a Jesús en su vía dolorosa.

Caminamos de la casa que lo recibió el Viacrucis el viernes pasado en uno de los callejones tan conocidos en esa zona, a otra casa que lo recibía, fue una caminata corta, llegamos a esa casa y después de las oración y meditaciones de tres estaciones del Viacrucis, se compartió con nosotras/os un pan y un rico café. Hablamos largamente sobre la situación de Guatemala, sobre la problemática que se vive y el compromiso que como ciudadanos y creyentes tenemos que hacer, desde lo pequeño para cambiar las realidades de violencia y de muerte.

Después de ver en donde se recibiría el Viacrucis la semana próxima, nos retiramos agradeciendo su acogida y calidez, muy al estilo Guatemalteco y, en el regreso y luego en casa, agradecía al Dios de Jesús este otro regalo que me daba, experimentar una vez más el sentirme tocada por Jesús, que me invitaba a seguir caminando en su seguimiento, desde mi opción por la vida y por las personas más pobres y excluidas.

Alicia obregón Torres, MMB

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