“JESÚS TOCANDO SUS CORAZONES”

El domingo 18 de octubre, Domingo Mundial de las Misiones- “DOMUND”, los grupos de INMER- Infancia Mercedaria, ADMER- Adolescencia Mercedaria y JUMMER- Juventud Misionera Mercedaria, tuvieron una maravillosa experiencia misionera en “Kilometro 14”, una de las comunidades del campo en el municipio de El Viejo.

Con un mes de anticipación los grupos se estuvieron preparando con temas de formación, además de organizar diversas actividades que les ayudaran a vivir esta “Misión Intergrupal” como un compromiso desde el Carisma Liberador, siendo sensibles a otras realidades y atentas/os a lo pueden compartir con niñas y niños de otras comunidades.

Los tres grupos estuvieron participando durante la preparación con un entusiasmo que no cabía en su corazón. Fueron mostrando su sensibilidad y actitud de servicio con donaciones de ropa, juguetes, zapatos, caramelos, galletas, etc., cada una/o aportando sus pertenencias; llenas/os de alegría traían sus donaciones para compartirlas con las niñas y niños más necesitados de esta comunidad. Su actitud de servicio y participación en los Grupos Mercedarios, irradiaron gestos en los que solo se podía notar cómo Jesús había tocado sus corazones para alimentar su fe y su espíritu misionero.

Ese domingo desde muy temprano, estaban varias/os niñas/os, adolescentes y jóvenes esperando con ansias la partida hacia la Misión. Asistieron alrededor de 40 integrantes de los distintos grupos junto a tres mamás que nos acompañaron y así la Hna. Ana Lourdes y yo, dimos marcha hacia la maravillosa experiencia tan anhelada y preparada, dispuestas/os a compartir este día de alegría como muestra de servicio y entrega a las y los demás como nos invita Jesús.

Al llegar a la comunidad, alrededor de 50 niñas y niños junto a sus Catequistas nos estaban esperando también con mucha ilusión. Así que no perdimos tiempo y empezamos nuestras actividades con mucho entusiasmo y dedicación.

Iniciamos con la oración ofreciendo y agradeciendo a Dios la oportunidad que se nos brindaba al realizar este servicio, más aún porque las lluvias nos habían dejado esa mañana libre para poder vivir la Misión en un compartir muy significativo con la comunidad.

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Posteriormente realizamos algunas dinámicas de presentación, de integración, seguido de otras actividades para seguir creando un espacio de encuentro, alegría, motivación y diversión. Así mismo, se dio un momento especial en el que cada Grupo Mercedario expresó lo que significa INMER, ADMER Y JUMMER, el objetivo de cada grupo y el propósito que cada grupo tenía para esta experiencia misionera tan deseada.

Después de las actividades compartimos un pequeño refrigerio y se les regaló de manera especial a las niñas y los niños de la comunidad “Kilometro 14” una bolsita con caramelos. Cada detalle hizo que esta experiencia fuera una convivencia muy agradable y con mucho sentido en el compartir, celebrar y agradecer como una misma comunidad de hermanas y hermanos.

Finalmente nos despedimos con la oración y un hermoso canto que los tres grupos se habían aprendido de memoria para cantárselo a las niñas y niños de la comunidad, “Semillita de Libertad” el cual nos recuerda la entrega y el amor profundo de María de la Merced. Culminamos este momento con la entrega de la ropa, juguetes y zapatos que se habían reunido para regalarles.

Los tres grupos regresaron muy contentos, completamente agradecidos por la maravillosa experiencia de servir y compartir su tiempo en esta Misión que les da sentido y mucha ilusión, también por vivir la invitación de Jesús de ir a compartir su carisma con quienes más lo necesitan lo que tienen y lo que han aprendido.


Ana Noemi Chocón Ajcú, MMB

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“MUJERES CAMPESINAS EN ACCIÓN”

El proceso que se está llevando con colectivos campesinos de producción agrícola, en El Viejo, Chinandega, Nicaragua, está ya llegando al final, pero comenzó hace más de 20 años. Entonces eran mujeres y hombres quienes participaban. Con el correr de los años, unos colectivos se iban, otros ingresaban y poco a poco, fueron menos colectivos y menos personas, quedando actualmente, casi solo mujeres, pero ¡Qué mujeres! Ellas son las que han continuado, a lo largo de tantos años, la lucha por prepararse, superarse y llegar a ser una organización autónoma. Han tenido muchas dificultades y grandes logros y ahora están en la etapa final para consolidarse legalmente como Asociación campesina con el nombre de APADECA: Asociación de Productores Agropecuarios para el Desarrollo Campesino.

Ya para terminar su proceso, sentimos que le hacía falta al grupo algo que les impulsara a desarrollar más la Asociación, que no se quedaran sólo en lo que habían alcanzado, sino que les diera una visión de futuro que les llevara a crecer y desarrollarse más. Y a eso se juntaron para dos días de taller, éste se llamó “Taller de Futuro” en el cual participaron 25 mujeres productoras campesinas, entre 20 y 60 años y fue realmente un taller que les llevó a plantearse muy fuertemente el futuro de su Asociación.

Un taller que realmente valió la pena. Por una parte el equipo que lo impartió, muy bien preparado y con una pedagogía estupenda, muy participativa y por otra, las mujeres que desde un comienzo le pusieron todas las ganas y participaron al máximo.

La dinámica de inicio, les llevó a encontrarse consigo mismas, con su realidad de familia desde niñas, cómo habían vivido y hasta dónde habían llegado, lo que les había marcado, lo que habían logrado y lo que les había hecho falta, hablaron de la necesidad de crecer y vivir los valores como honestidad, transparencia, solidaridad y los aportes sobre cómo se soñaban, realmente daban mucha esperanza. Algunas hasta lloraron al hablar de su realidad y contaron experiencias vividas muy fuertes. Decían que habían podido sacar cosas que tenían muy dentro y que nunca las habían expresado.

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Después de esta dinámica pasaron a reflexionar sobre el nacimiento de APADECA y el camino realizado, con sus logros y dificultades para pasar a hablar de sus sueños, cómo soñaban APADECA, lo que necesitaban para conseguirlos y cómo vencer las dificultades que se iban a ir encontrando.

Al finalizar este momento, cada una escribió su compromiso personal para que se hiciera realidad ese sueño de la Asociación y pasó a exponerlo ante todo el grupo.

Emocionaba ver su participación, las ideas, la fuerza con que hablaban, cómo expresaban sus sentimientos. Su deseo que crecer y desarrollarse como mujeres estuvo presente todo el tiempo, así como las dificultades familiares y la pobreza, que no les había permitido, desarrollarse, crecer y ser ellas mismas. Fue muy significativo que surgió la necesidad de comunicar a sus hijas e hijos su experiencia para que desde jóvenes fueran conscientes y no cayeran en los mismos errores.

Para terminar después de agradecer todas unas a otras y al Equipo todo lo recibido, se hizo una reflexión, sobre cómo ellas, con todo el proceso que estaban haciendo como mujeres y como APADECA estaban colaborando con el sueño de Jesús, que “vino para que tengamos vida y vida en abundancia”.

Expresando el deseo de llevar a la práctica todo lo compartido, de volverse a encontrar para ver lo que se había avanzado y recibir un nuevo empujón, nos despedimos con el corazón lleno de ilusiones y esperanza.


Abdona N. Viar Bilbao, MMB

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“UNA EXPERIENCIA QUE DEJARÁ HUELLAS EN MI VIDA”

En esta ocasión más que una noticia quiero compartir mi experiencia en el Instituto Centroamericano de Espiritualidad ICE-CEFAS, en Guatemala.

Esta oportunidad desde hace mucho que la esperaba, pero era yo quien no me daba el espacio para trabajarme personalmente, habían miedos, sentimientos encontrados, dudas acerca de los procesos de crecimiento personal. Aunque yo ya había pasado por este tipo de talleres, este taller de crecimiento personal para hombres era un poco diferentes, uno por que era solo con hombres, dos, porque era fuera de mi país y tres porque iba a darme un tiempo de 10 día para mí mismo.

Llegar a CEFAS, fue para mí un momento de incertidumbre sobre lo que iríamos a realizar, fue así que poco a poco me fui dando el espacio para conocer a otros hombres que estaban participando en el mismo taller, habíamos hombres de distintas culturas y por ende, distintos países como México, Costa Rica, Guatemala, Honduras, El salvador, Chile y Nicaragua.

Todo empezó con el reconocer que todos tenemos una herida que fue ocasionada en nuestra infancia y que nuestro cuerpo reacciona a la misma, encontrar mi herida fue para mí en el principio algo complejo, pues estaban tratando con mi persona, con mis emociones, con mi historia de vida, pero poco a poco fui reconociéndola y aceptándola con la ayuda de cada uno y cada una de las personas que nos daban el acompañamiento.

Una de los detalles que no puedo olvidar en este taller fue mi “grupo de vida”, donde compartimos cómo nos sentíamos, qué aprendimos y de qué nos dimos cuenta en cada ejercicio que realizábamos, había ejercicios muy individuales otros en pareja y otros grupales, pero todos estaban conectados con la herida de que cada uno cargaba.

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Pero no quiero preocuparte como lector/a, no todo fue hablar o sentir mi herida, pues una vez que acepte y reconocí mi herida, hubo tiempo transitorio para reconocer el daño que he hecho en mi cuerpo y como por causa de mi herida yo puedo herir a otros/as o puedo repetir las mismas conductas que a mí me hicieron daño, una vez reconocida mi herida trabaje mis capacidades y mis cualidades de las cuales estoy muy satisfecho.

En el reconocimiento de mi herida también hubo reconocimiento de mis cualidades y esto me gustó mucho porque me ayuda a reconocerme de manera positiva y me ayuda a descubrir el manantial que hay en mí, del cual puedo dar de beber a muchos y muchas que me rodean.

Esta oportunidad que la vida me dio para desconstruir y construir una mirada más amplia, la agradezco de forma muy profunda y respetuosa con mi cuerpo, con mi entorno y con mi ser.

Quizás no profundice en todo lo que paso en este taller, pero lo que pasa es que quiero que tú también te des la oportunidad para trabajarte a ti mismo/a y que un día así como yo, te sientas estar muy agradecido/a.

No me queda más que decir que no puedo olvidar la riquísima comida, la buena convivencia en el grupo, el viaje a la Antigua Guatemala pero sobre todo, las experiencia y vivencias de cada uno de mis amigos que hoy ya son parte de mi historia de vida y que de ellos también aprendí muchísimos valores que me ayudaran a crecer de manera sana, respetuosa y responsable.

Gracias también a la congregación de Hermanas Mercedarias Misioneras de Bérriz de la ciudad de El Viejo por la oportunidad que me dieron de asistir a este taller y por los aprendizaje que he adquirido de cada una de las que he conocido.


Lic. Eliezer Ortiz,
Coordinador de área de Formación
Centro Recreativo Teodoro A.S Kint