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Casa de Formación, Guatemala

“EL DOLOR QUE CONVOCA Y ESTALLA DE ESPERANZA”

“Semblanza de

María Amparo García”

Eran las dos de la tarde del domingo 30 de marzo pero también desde ayer sábado 29 nos íbamos encontrando en la cita, como si María nos hubiera dicho a todas y todos: “no faltes chulita, preciosa, te esperamos…te toca la oración… el tema…”

Y era la proliferación de abrazos con dolor y lágrimas porque la que nos convocaba ya había transitado a otra forma de presencia y a continuación brotaba el gozo del encuentro, de la densidad de historia a lo largo de 50 años de lucha empecinada, solidaria, cariñosa, tierna a favor de las personas empobrecidas.

La Mesa del altar se hizo redonda, alargada, flexible, como si quisiera danzar en un ritmo sorprendente que entrelaza a laicas y laicos, sacerdotes y religiosa, jóvenes con edades intermedias y tercera edad, con representación de las diversas organizaciones que se nutren del mismo hilo conductor, tales como Voces del Tiempo, Movimiento Mons. Gerardi, Escuela Gerardi y otras Escuelas de Teología, AVANCSO, CEB’s, Pastoral Social de la Arquidiócesis, Amerindia, SICSAL, Núcleo de Mujeres y Teología, CONFREGUA, la ODHAG…

Y ahí estaba Juanito, su compañero de toda la vida frente a María, rodeada de abundantes flores, a un costado de la Cruz Maya como diciendo:

“¡Qué bellos tus amores, hermana y novia mía; tus amores son mejores que el vino!…,

Entra, amor mío, en tu jardín a comer de sus frutos exquisitos…

No despierten al amor hasta que ella quiera…”

(Cant. 4,10.16; 8,4).

 

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Y su retrato, su película su memoria se fue rodando a retazos, como cuando nos decía Cristóbal el sacerdote maya: “María se fue a acompañar el caminar del sol, allá donde no hay puertas ni ventanas… con nuestra Madre naturaleza que está en agonía porque no queremos ser conscientes del dolor que le estamos provocando… Ella empezará otro viaje, igual que el primer viaje que hizo cuando vino a la tierra…”

O como decía uno de sus hermanos: “Ella tenía una rica sensibilidad social y eso la llevó a cumplir muchos de sus sueños de estar con las personas pobres…”

“Ella fue importante aún en los archivos de la policía, pues resultaba amenazante a causa de su compromiso con las mayorías empobrecidas; ojalá hubiera muchas Marías para que sigan transformando nuestro país…”

Y luego vino el agradecimiento a la familia porque “nos la prestó como hermana mayor que se entregaba de lleno a empujar las luchas del pueblo pobre de Guatemala, siempre teniendo presentes a Toñito su hijo, a Juanito, a sus gemelas nietas, a sus hermano-as, no dejaba de soñar con otro país por el que desgastaba su vida; ella fue tomada de la mano de las/los mártires de Guatemala y de América Latina para que otro mundo y otra Iglesia fueran posibles”.

“Hermana mayor en el camino de la fe, tu semilla ya está sembrada en todo Guatemala, queremos seguir adelante, despiertas; por favor, no nos dejes porque el camino es largo”.

Te recordamos siempre convocando, articulando, con tu portafolio cargado de papeles, cual siempre oportuno archivo ambulante.

Así fue como “comulgamos el cuerpo de Cristo, en el que creíste y comunicaste”, para luego irte a descansar en la paz inalterable de la Madre, hermana y amiga tierra, dejándonos la impronta de que el dolor de tu partida solo estaba estallando en un canto de esperanza y compromiso cotidiano.

Beatriz Eugenia Becerra Vega, MMB

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