“ACOGIENDO LA VIDA

DESDE LO COTIDIANO”

Después de ocho años vividos fuera de Guatemala e incluso fuera de Latinoamérica, me he dado cuenta que la vivencia en lugares desconocidos y con personas diferentes, de otra cultura, de otra religión, tenemos “un mismo corazón y una meta común”, desde esa experiencia significativa, he aprendido otros valores para inculturarme en otras culturas, pueblos… y ahora, nos ubicamos en el tiempo del 2014, donde he tenido la ocasión de vivir mi ser misionera en mi tierra natal que es Guatemala.

Este año tuve la oportunidad de vivir la Semana Santa en una de las comunidades pequeñas, llamada Nueva Independencia, que acompañan las MMB en la parroquia de Colomba, Quetzaltenango. Para vivir esta experiencia tuve un antes, un durante y un después.

Antes de salir hacia Colomba había estado preparándome en el tema de “las distintas culturas juveniles” y tenía deseos de compartir la vida de manera especial con las/os jóvenes de esa zona. Quería observarles, convivir, escucharles, con el propósito de descubrir cómo viven la experiencia de Dios en la vida cotidiana. Sin embargo, la realidad del caserío era diferente porque en la comunidad solo había dos jóvenes, ya la mayoría eran personas adultas.

Durante mi estancia en aquella comunidad, me ayudó el deseo de “ser-estar-meterme” en la vida de las personas que nos abrieron su casa. Sí, quería vivir la experiencia compartiendo la vida con las personas y lo hice desde el hacer tortillas (hace varios años que no hacia tortillas!!!), barrer y ayudar en otros quehaceres de la casa; también fui al pequeño terreno de la familia para ver la cosecha de maíz, frijol, chile, etc. Por las tardes, teníamos nuestras celebraciones comunitarias, también algunas noches jugábamos lotería con las niñas y los niños.

Una de las tradiciones típicas en nuestros pueblos guatemaltecos durante la Semana Santa es que no falta el pan dulce pero el año pasado no hubo buena cosecha de café, por tanto, en varias familias no tuvieron panes, garbanzos dulces, pepián (o mole como le llaman en las aldeas).

 

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¿Qué significa esto? Que la gente campesina este año está más afectada, pues lamentablemente la cosecha de café estuvo muy mal el año pasado y como decían ellas y ellos: “este año, la vida está más dura, más difícil no tenemos pisto (dinero) para comer”… ¡Dios mío! ¡Qué impacto!

Otro aspecto que me sorprendió muchísimo fue el movimiento migratorio que existe para el “otro lado”, no hay familia que no tenga algún familiar que viva en Estados Unidos. Esto nos muestra que la situación económica cada día esta empeorando y los jóvenes (varones) cada vez más se integran a las maras (pandillas juveniles) porque no cuentan con espacios recreativos y no hay trabajo…

“Desde los contextos empobrecidos de las personas excluidas y marginadas, se teje

y construye otra historia,

otras formas de comunicación, otras relaciones,

otras maneras de convivir,

otras formas de educación, otra sociedad por nacer: una Tierra diferente.

Es en el grito de las personas pobres,

donde encontramos al Dios de la vida

y de la esperanza”…

(Tomado de www.dominicas, “Inculturación”)

En ese grito descubrí que existen personas muy comprometidas y siempre piensan en la “otra y el otro”. Constato que en nuestros ambientes sencillos predomina la hospitalidad, el respeto, la sabiduría de las personas mayores y el lugar que tienen en la comunidad (sabiduría que acompaña y guía la vida), el silencio, la acogida, la gratuidad, la capacidad de contemplar y se comparte la vida desde lo que la tierra produce, aun cuando les falte.

Al finalizar la experiencia de Semana Santa tocaba decir adiós y regresar al ambiente capitalino.

Me siento profundamente agradecida por “tocar-olfatear-ver-sentir-vivir” un poquito de lo que nuestra gente campesina colombina experimenta en el día a día.

Con el talante misionero MMB, no cabe duda, mi opción por la espiritualidad desde la JPIC es cada vez más importante. Nosotras vivimos en medio de una cultura que tiene sus propios lenguajes, sus símbolos, su manera de interpretar al ser humano y al cosmos, es ahí, donde me siento invitada a caminar y descubrir a un Dios que respeta-acoge la “Vida” y se expresa en nuestra cultura guatemalteca con su propio lenguaje y color.

Chela Pérez, MMB

“EL DOLOR QUE CONVOCA Y ESTALLA DE ESPERANZA”

“Semblanza de

María Amparo García”

Eran las dos de la tarde del domingo 30 de marzo pero también desde ayer sábado 29 nos íbamos encontrando en la cita, como si María nos hubiera dicho a todas y todos: “no faltes chulita, preciosa, te esperamos…te toca la oración… el tema…”

Y era la proliferación de abrazos con dolor y lágrimas porque la que nos convocaba ya había transitado a otra forma de presencia y a continuación brotaba el gozo del encuentro, de la densidad de historia a lo largo de 50 años de lucha empecinada, solidaria, cariñosa, tierna a favor de las personas empobrecidas.

La Mesa del altar se hizo redonda, alargada, flexible, como si quisiera danzar en un ritmo sorprendente que entrelaza a laicas y laicos, sacerdotes y religiosa, jóvenes con edades intermedias y tercera edad, con representación de las diversas organizaciones que se nutren del mismo hilo conductor, tales como Voces del Tiempo, Movimiento Mons. Gerardi, Escuela Gerardi y otras Escuelas de Teología, AVANCSO, CEB’s, Pastoral Social de la Arquidiócesis, Amerindia, SICSAL, Núcleo de Mujeres y Teología, CONFREGUA, la ODHAG…

Y ahí estaba Juanito, su compañero de toda la vida frente a María, rodeada de abundantes flores, a un costado de la Cruz Maya como diciendo:

“¡Qué bellos tus amores, hermana y novia mía; tus amores son mejores que el vino!…,

Entra, amor mío, en tu jardín a comer de sus frutos exquisitos…

No despierten al amor hasta que ella quiera…”

(Cant. 4,10.16; 8,4).

 

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Y su retrato, su película su memoria se fue rodando a retazos, como cuando nos decía Cristóbal el sacerdote maya: “María se fue a acompañar el caminar del sol, allá donde no hay puertas ni ventanas… con nuestra Madre naturaleza que está en agonía porque no queremos ser conscientes del dolor que le estamos provocando… Ella empezará otro viaje, igual que el primer viaje que hizo cuando vino a la tierra…”

O como decía uno de sus hermanos: “Ella tenía una rica sensibilidad social y eso la llevó a cumplir muchos de sus sueños de estar con las personas pobres…”

“Ella fue importante aún en los archivos de la policía, pues resultaba amenazante a causa de su compromiso con las mayorías empobrecidas; ojalá hubiera muchas Marías para que sigan transformando nuestro país…”

Y luego vino el agradecimiento a la familia porque “nos la prestó como hermana mayor que se entregaba de lleno a empujar las luchas del pueblo pobre de Guatemala, siempre teniendo presentes a Toñito su hijo, a Juanito, a sus gemelas nietas, a sus hermano-as, no dejaba de soñar con otro país por el que desgastaba su vida; ella fue tomada de la mano de las/los mártires de Guatemala y de América Latina para que otro mundo y otra Iglesia fueran posibles”.

“Hermana mayor en el camino de la fe, tu semilla ya está sembrada en todo Guatemala, queremos seguir adelante, despiertas; por favor, no nos dejes porque el camino es largo”.

Te recordamos siempre convocando, articulando, con tu portafolio cargado de papeles, cual siempre oportuno archivo ambulante.

Así fue como “comulgamos el cuerpo de Cristo, en el que creíste y comunicaste”, para luego irte a descansar en la paz inalterable de la Madre, hermana y amiga tierra, dejándonos la impronta de que el dolor de tu partida solo estaba estallando en un canto de esperanza y compromiso cotidiano.

Beatriz Eugenia Becerra Vega, MMB

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“JÓVENES SIENDO

LIBRES PARA LIBERAR”

En esta ocasión queremos compartirles que en la comunidad de Cotió, hemos iniciado una nueva “comunidad de jóvenes” y les estamos acompañando las hermanas Graciela y Betcy. Nos sentimos muy contentas por la respuesta que todas las y los jóvenes han dado ante esta nueva experiencia.

Esta comunidad está conformada por chicas y chicos desde los 14 hasta los 29 años de edad y todas/os, en medio de las diferencias generacionales, nos llevamos muy bien. Por su puesto, sabemos que el proceso de confianza y amistad se irá afianzando poco a poco.

Las primeras reuniones las dedicamos al conocimiento mutuo por medio de juegos, dinámicas y temas que favorecieron a la integración como comunidad y posteriormente, el tiempo de Cuaresma, nos cayó como anillo al dedo como tiempo de reflexión, y así, comenzar a “actuar”.

Año con año en nuestra colonia se realiza el Viacrucis caminando casa por casa cada viernes de la Cuaresma y, como “comunidad de jóvenes” participamos en uno de los temas de reflexión trabajando en dos sub-grupos, cada grupo presentó su reflexión para este tiempo de preparación hacia la Semana Santa compartiéndolo con el resto de la comunidad.

 

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Todas/os las y los jóvenes estaban muy nerviosas/os por ser la primera vez que participaban pero a su vez, muy entusiasmadas/os por tener la oportunidad de compartir su experiencia dentro de una actividad que normalmente está dirigida por personas más adultas.

Llegando el día de la presentación los nervios estaban a la vista pero la comunidad adulta los recibió con mucha alegría y eso les motivó para compartir lo que con tanto esmero habían preparado, su propia reflexión.

Aplausos y palabras de ánimo, fueron lo que recibieron de parte de la comunidad adulta y una enorme sonrisa de satisfacción llenó sus rostros.

Este es el comienzo de una “comunidad de jóvenes”, que va creciendo en alegría, esperanza, confianza y deseos de vivir intensamente. Siguiendo a un Jesús joven, queremos continuar marcando la diferencia “siendo Libres para Liberar”.

Betcy Chicoj, Novicia MMB

“DEJAMOS QUE LA MISIÓN NOS HICIERA”

“¿Quién decide cuándo empieza la Misión o cuándo termina?”

Desde hace meses nos preparábamos para vivir la Misión de Semana Santa, mucho más allá de lo que recibimos como temas, estaba la inquietud de participar. Para algunas/os no estaba dentro de sus planes, inmersas/os en la rutina y el tedio de cada día, lo único que se esperaba era que llegaran los días Santos para dormir más, para comer pan y compartir con la familia y amistades.

Para un pequeño grupo de jóvenes, la Semana Santa se proyectaba de un modo diferente, para algunas/os fue una invitación que se dio unos años atrás, para otras/os fue una revelación el deseo de formar parte de JUMMER 2014, para otras/os fue preparar cada detalle con esmero y paciencia, como quien organiza cada parte de una gran fiesta. Las y los jóvenes invitadas/os fueron muchos pero quienes llegaron fueron pocas/os…”pocos pero chispudas/os” como dice Rosita, la madrina de las misiones en Colomba.

De ese pequeño grupo formado por 30 personas salió mucha vida, experiencias de entrega y libertad, autodonación y alegría, compañía y encuentro, amistad y familia, Redención y Esperanza… del gran grupo, las comunidades de Colomba, brotó el más acogedor de los recibimientos. Comunidades lejanas que viven rodeadas de la más bella y exuberante naturaleza. Comunidades a las que muy rara vez llegan misioneras/os. Comunidades que desde su fe sencilla y profunda, viven con humildad la alegría del Evangelio. Comunidades que Evangelizan con su modo de vivir la esperanza y que con gusto reciben a quienes les visitan ofreciendo “todo” lo que son, lo que tienen y no escatiman en detalles para hacernos sentir en casa, en familia. Comunidades que son Misión, Tierra Sagrada de encuentro con Jesús.

 

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Inicié con una pregunta porque al finalizar la Semana Santa, al reunirnos como JUMMER el Sábado de Gloria por la noche para compartir la experiencia, nos dimos cuenta de algo, la Misión no termina. Decir Misión cumplida, significa para nosotras/os, que la vida sigue con un sentido diferente.

No somos las/os mismas/os que éramos antes de esta experiencia porque en realidad “no hicimos Misión, dejamos que la Misión nos hiciera”. El Misterio de Jesús revelado en su Pueblo nos hizo descubrir que la vida tiene sentido, este sentido es el que nos motiva a transformar y morir a lo que éramos para volver a vivir, para resucitar con Cristo a una vida que es Misión la cual no termina con la Semana Santa, sino que continúa donde quiera que vamos, porque sigue habiendo situaciones que liberar, corazones que alentar, realidades que transformar y una humanidad que redimir, porque los jóvenes de hoy tenemos mucho que dar y recibir, porque darle “me gusta” a la vida es compartir la alegría que de esta experiencia nace.

¿Quién decide cuándo termina la Misión? Solamente quien nos ha enviado y nuestra disponibilidad para atender a su llamado. SOMOS JUMMER!!! y el 2014 es un año para trascender siendo ¡Libres para Liberar!

Nora A. Gómez Mares, MMB

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“CRISTO SIGUE ARDIENDO EN NUESTRO CORAZONES”

El Domingo de Ramos todas y todos nos pusimos en camino para acompañar las celebraciones de Semana Santa en las comunidades de: San Isidro Los Laureles, Limón I y II, Laguna Verde, 20 de Noviembre, San Isidro la Sociedad, Nuevo Soya, Hernande-Hernandez, Pujiltic y Soyatitán, en Chiapas.

El acompañar a las comunidades, ciertamente ha sido una experiencia profunda para confirmar que el pueblo va caminando desde su fe, compromiso y participación en las diferentes celebraciones para reflexionar la Vida, Muerte y Resurrección de Jesús, sin perder de vista las realidades de muerte que se viven en nuestras comunidades y barrios, especialmente desde el machismo, la violencia, la indiferencia y otras situaciones de muerte que se dan en el entono, como el individualismo.

El día Miércoles Santo fue una experiencia significativa, una vez más se realizó el Viacrucis haciendo un recorrido de 20 kilómetros, donde participan las comunidades de la parroquia de Soyatitán y Socoltenango, en su mayoría son jóvenes, algunas personas adultas, niñas y niños. Aunque es un recorrido largo es una manera de solidarizarnos con Jesús sufriente, a través de muchos rostros sufrientes de nuestro hoy. En este recorrido se hacen las 15 estaciones del Viacrucis, acompañadas de cantos que nos llaman a un compromiso de vida y liberación.

En la celebración del Jueves Santo, se hizo énfasis en la necesidad de compartir nuestras tortillas, frijoles y así, buscar nuevas alternativas para hacer frente al sistema egoísta, individualista y competitivo que tiene el único deseo de acumular sin importar el dolor de muchas hermanas y hermanos. Ha resonado profundamente en nuestros corazones el deseo de “partir, repartir y compartir el pan” a través del fortalecimiento de la colectividad. También se ha sentido muy fuerte el deseo de seguir reforzando “la iglesia servidora”, valorar a tantas servidoras/es que hay en las diferentes áreas de trabajo, catequesis, jóvenes, mujeres, animadoras/es, pastoral de la tierra, pueblo creyente. Al agradecer el servicio gratuito y la entrega generosa, en algunas comunidades se llevó un poco de comida para compartir y se puso en común para que llegara a todas y todos como un gesto y símbolo de solidaridad.

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El Vienes Santo se realizó el Viacrucis en las diferentes comunidades, acompañando a Jesús y dejando que Jesús acompañe nuestros sufrimientos penas y preocupaciones. Ha sido un recorrido de acompañar y también de reflexionar, haciendo énfasis en que Jesús no muere de enfermedad, ni por un accidente, ni de vejez, sino que es condenado y ejecutado por las autoridades religiosas y políticas de su tiempo. Así, tuvimos presente que hoy también el sistema sigue criminalizando a las organizaciones sociales, a las personas defensoras de los derechos humanos y ambientales.

En medio de estos signos de desesperanza y de muerte surge el despertar de algo nuevo, hay muchos signos de vida desde Jesús Resucitado, vemos que algo nuevo está naciendo y en este recorrido hemos visto que muchas familias están buscando nuevas alternativas para hacer frente a la crisis alimentaria, se va fortaleciendo el trabajo comunitario a través de huertos familiares, se va consolidando en ellas y ellos una consciencia crítica para ir a la raíz de los problemas y poder dar nuevas respuestas. El fuego de Cristo Resucitado sigue ardiendo en nuestros corazones y nos hace ver nuevas experiencias y oportunidades.

Rosvia Pol, MMB

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“ESTE PUEBLO TAN IGLESIA”

Les comparto que mi primera experiencia misionera como parte del Instituto de Mercedarias Misionera de Bérriz y en el proceso de postulantado fue en Soyatitán, Chiapas. Participamos en esta Misión María José López, MMB y yo, Gloria.

Mis expectativas eran muchas, Soyatitán siempre resonó en mi corazón y tenía un deseo muy profundo de conocer esta Misión.

El Domingo de Ramos inició la aventura en las comunidades del campo, pues el plan era visitar una diferente cada día. Durante la Semana Santa acompañé a Rosvia Pol, MMB que forma parte de la comunidad en Soyatitán, y fue ella quién me compartió la realidad del lugar y me introdujo a la Misión.

Jamás había vivido la experiencia de estar sólo un día en las comunidades y siento que fue muy positivo porque me permitió conocer a varias familias, con realidades distintas pero con el mismo cariño al recibirnos.

Soyatitán me impactó mucho en este sentido y en la manera de ser Iglesia. Se asumen parte de ella e integran su fe a la vida diaria junto a la cultura maya… es increíble! Sus cantos* claman pasión, alegría, convicción, justicia, comunidad… y también persecución por la causa del Reino.
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Aquí, a la Virgen María le llaman Mamá María, a los sacerdotes les dicen “Tata”, que significa “papá”, con mucho aprecio a todas las personas, absolutamente a todas, les llaman hermanas y hermanos. No sólo se llaman así, “se tratan así” y ese trato lo viví en carne propia. Qué corazones, qué convicción y qué fe.

Gracias Chiapas por ser pueblo, por ser Iglesia, por todo lo que enseñas al mundo y sobre todo por ser un ejemplo de esperanza.

Gloria Martínez, Postulante MMB

*Aquí les comparto un canto que demuestra

la manera en la que comprenden

y viven la fe en Soyatitán Chiapas:

“Es Jesús este pan de igualdad,

venimos a comulgar

con la lucha del pueblo

que busca justicia y dignidad.

Comulgar es volverse un peligro,

venimos a incomodar,

con la fe y compromiso su Reino va a llegar”

Canto Pan de Igualdad

“15 MISIONES…

MI ALEGRÍA DE SEGUIR SIENDO MISIONERA”

La vida vale la pena por esos momentos de encuentro. Por las personas que se cruzan con nosotras/os y se quedan para siempre en nuestro corazón, por esa huella profunda que re-aparece cuando recordamos. Por los instantes donde nos detenemos a mirar, con todos nuestros sentidos, los pequeños detalles que Dios nos regala constantemente: el amanecer, el viento rozando nuestra piel, el sonido de los pájaros, el sabor de la comida, un atardecer en el mar, la luna en todo su esplendor, una persona desconocida que nos sonríe en la calle, el abrazo que necesitábamos en ese preciso momento.

La Misión, en mi vida, significa ese lugar especial de “encuentro”: con Dios, conmigo misma, con la naturaleza, con el amor, con la esperanza en medio de un pueblo que sufre. La Misión, es una oportunidad más para abrazar al mundo, para abrazar a Dios y dejarnos abrazar por Él. Es una oportunidad más para ver cara a cara a Jesús, para renovarnos, para hacer comunidad, para recordarnos que, no importa de dónde venimos, a dónde vamos, si tenemos un plan de vida, si luchamos a diario por conseguir el pan que alimenta el cuerpo o el espíritu; que no importa si somos personas campesinas o venimos de la ciudad; no importa en qué creemos o, incluso, si no creemos en Dios… lo importante es que hay algo en cada persona que nos mueve, que nos motiva, que nos anima a vivir. Ese “algo”, es el “Amor”.

Por amor, somos capaces de dejarlo todo e ir a encontrarnos con personas desconocidas, que por amor nos reciben en su casa, nos alimentan y nos dejan un lugar para dormir.

Por amor, nos ponemos una playera y nos colgamos la cruz, como quien lleva una armadura y se siente protegida/o de caminar en lugares desconocidos e inimaginables.

Por amor, subimos barrancos, bajamos cañadas, caminamos bajo el sol y de pronto, todo lo que parece difícil se torna ligero y vamos por las calles coloridas, siempre alegres, siempre tranquilas/os, siempre seguras/os porque sabemos que es Jesús quien va con nosotras/os.

Por amor, la gente nos abre la puerta de su casa, nos cuenta su vida, nos escucha, nos recibe, nos abraza, nos entrega su corazón porque seguramente, ven a Jesús con nosotras/os también.

En estos 15 años, casi la mitad de mi vida, puedo agradecer profundamente a Dios porque cada Misión a la que me ha llamado ha valido por completo la pena. De cada una de las personas: niñas y niños, jóvenes, personas adultas y ancianas en los lugares de Misión; de mis papás y mi hermano, de los y las misioneras, asesoras/es, y MMB’s… de cada persona que se ha cruzado en mi vida misionera llevo una huella y un aprendizaje muy especial que me hace “ser la mujer que soy”.

He vivido momentos difíciles, confrontaciones fuertes, cuestionamientos muy profundos… momentos de lágrimas y otros muchos, muchísimos, de alegrías; de crecimiento personal y espiritual, de descubrirme, de conocerme y de dejarme abrazar por Jesús a través de estas personas.

Quiero darle gracias a Dios porque me sigue llamando. No sé cuánto tiempo o cuántas veces más pero hoy, quiero renovar mi compromiso como Laica, como Misionera de JUMMER en mi vida diaria.

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Cuando viví en la misión de Colomba, Guatemala, me hice una promesa: “nunca olvidar” mi experiencia misionera, mi encuentro con Él la primera vez que lo vi claramente a los ojos y el compromiso de que mi vida no sería vacía, que en cada lugar donde me encuentre siempre, al verme, la gente descubra en mí algo distinto y se pregunte: “qué es eso que hay en ti…”

Hoy renuevo mi promesa de que en el lugar del mundo en que me encuentre, siga siendo distinta. Que nunca me olvide de buscar la justicia, de compartir, de provocar un cambio positivo a mi alrededor. Que en mi trabajo, vean a Dios. Que en mi alegría, vean su sonrisa. Que en mi mirada, encuentren Su rostro. Que en mi escucha, sientan su apoyo. Que mis éxitos, sean siempre compartidos. Que en mis abrazos, sientan Su calor. Que en mi imperfección y mis errores, vean mi debilidad humana; pero que al levantarme vean la fuerza de una guerrera incansable que no está sola, porque Jesús va conmigo.

Hoy quiero compartir con ustedes mi alegría de seguir siendo misionera, a través de un símbolo muy mío. Desde pequeña me gusta mirar al cielo y pensar que Dios también me ve. Después, decidí que las estrellas que guiaban mi vida serían esos pequeños detalles de la vida que pasan desapercibidos. Entonces descubrí que al buscar estrellas… encontraba clips (o ellos me encuentran). He puesto atención a los lugares, los momentos, las charlas, las personas o lo que pienso cada vez que encuentro un clip. Fue entonces que todo cobró un sentido: los clips sirven para unir y en mi vida cada uno de los que he ido encontrando me conectan con un deseo, un sueño, un momento feliz, una persona que amo.

Que en su vida, a partir de hoy, coleccionen recuerdos positivos y busquen momentos de encuentro que les llenen la vida. La Misión no está sólo en las comunidades que visitamos. La Misión está todos los días de nuestra vida. En compartir el amor, en luchar por la justicia, en quitarnos la venda de los ojos, en ponernos en marcha ante la indiferencia y vencerla. La Misión es “siempre”. El encuentro con Jesús se hace más claro ante la necesidad y muchas veces no somos capaces de dar la mano a nuestra familia, amistades o a nosotras/os mismas/os.

Que en nuestra Misión de cada día, sepamos siempre encontrar a Jesús. Que por amor seamos capaces de salir a la vida, de disfrutarla. Que nuestra vida sea siempre una Misión… esa oportunidad para abrazar al mundo, para abrazar a Dios y dejarnos abrazar por Él.

Gracias Mercedarias Misioneras de Bérriz, gracias Familia, gracias María de la Merced, gracias Jesús, gracias Madre Margarita, por ser el motor que me impulsa y me permite seguir queriendo hacer algo Grande por Jesús.

María del Mar García Hernández, Laica MMB

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“NOS ENSEÑAN

QUIÉN ES JESÚS”

 

“Experiencia de Misión
en la comunidad de La Cueva, Guanajuato”

 
Misiones, es una experiencia la cual no tiene palabras exactas para describirla, creo que es algo que te cambia por completo la vida y la perspectiva de ella, te haces una persona mucho más consciente y más creyente, aumenta tu fe sin duda y además te hace crecer como persona, en valores y educación. Durante la Semana Santa, muchas personas te entregan lo mejor que tienen, te abren las puertas de sus casas y te reciben como si fueras parte de su familia, te tienen una confianza inmensa que a muchas de nosotras y nosotros hoy en día nos cuesta mucho entregar, te hacen sentir en casa y querida/o. Más que nada, te das cuenta que tú solamente eres una herramienta de Jesús porque todas esas personas ven en ti el rostro de Cristo, aunque son ellas las que nos enseñan a nosotras/os quien es el verdadero Jesús, el tener fe y lo que es saber dar sin esperar nada a cambio.

Es una semana en la que te encuentras con Dios a través de personas que nunca imaginaste que conocerías y que te enseñan cosas que jamás vas a olvidar, personas que tienen una fe infinita en Dios aun cuando han tenido que enfrentar muchos obstáculos en su vida. Su fe está en Él al cien por ciento sin importar lo que pase, e impresiona, como ellas siempre están dispuestas a dar y a hacer todo por su iglesia, por su religión, por Dios. Les llena de felicidad tener a alguien en quien confiar, alguien a quien querer y que les quiera, alguien con quien puedan llorar o reír, simplemente en compañía son felices y agradecidas, aunque viven en realidades de suma pobreza.

Son 9 días que además de conocerte mejor, entiendes mucho más lo que quiere Jesús para ti y, aunque te cuestionas porqué es que tú tienes oportunidades que muchas otras personas no y quisieras cambiarles la vida y mejorarla, desde lo sencillo te das cuenta que estás haciendo algo grande en su nombre, estás haciendo algo grande por personas que acabas de conocer. Al finalizar la Semana Santa todo el esfuerzo y el cansancio traen consigo una satisfacción gigante, cuando regresas a casa, el único deseo es volver a estar ahí otra vez porque ya te sientes parte de estas personas.

Son pocos días pero son los suficientes para compartir la confianza entre 7, 8, 9 o la cantidad de personas que sea que durante esa semana se convierten en tus hermanas, de quienes aprendes muchos detalles y a admirarles, con quienes puedes reír y divertirte por horas, y juntas/os lograr una semana increíble.

Misiones es una experiencia que, aunque vayas una sola vez en tu vida… te marcará para siempre.

Daniela Molina Garduño
Misionera

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“Experiencia de Misión en la comunidad San José de Transito, Guanajuato”

Cada año, cuando creo que ya viví la experiencia Misión en todos los sentidos, me llevo sorpresas. Este año no fue la excepción, las sorpresas llegaban una tras otra.

Nos anunciaron que sería una comunidad difícil y así, un gran reto como misioneras/os; lejos de eso encontramos una comunidad abierta, participativa y sumamente generosa.

Historias fuertes, fueron las que nos compartían cada día, acompañadas de deliciosos platos en la mesa y de una inigualable calidez humana. Historias que nos conmovieron y nos llevan a reconocer y agradecer tantas bendiciones recibidas en nuestra vida.

Niñas y niños entusiasmadas/os por participar en las actividades diarias en la Semana Santa y sobre todo, una comunidad y un grupo misionero con deseos de ayudar y entregarse profundamente en esta Misión

Fue un tiempo intenso para dar y recibir a manos llenas, buen tiempo para hacer un alto y vivir otras realidades y especialmente un tiempo de ver a Cristo a través de los ojos de las demás personas en estas comunidades de brazos abiertos.

Karina Acevez
Misionera

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“FORMARSE EN AMOR”

 
Desde nuestro Colegio en Guadalajara, queremos continuar compartiendo el encuentro y cercanía en los servicios que realiza GRUMMER Primaria. Una alumna comprometida que forma parte del grupo y una de sus asesoras, nos muestran de manera sencilla el especial significado de acompañar y dejarse acompañar de otras experiencias de vida.

“Experiencia de GRUMMER Primaria en mi visita a los asilos”

 
Para mi GRUMMER es una oportunidad de ser mejor persona, cuando trabajamos en el colegio, convivimos, hacemos actividades divertidas, relacionadas con Dios y María de la Merced, reflexionamos de las cosas buenas y malas que hemos hecho para corregir los errores y seguir con las buenas acciones.

Cuando vamos a los asilos y compartimos con las personas mayores de edad, me doy cuenta de la paciencia, alegría, felicidad y aquello que debemos darles. Es muy lindo pero es aún más linda la alegría y el cariño que ellas y ellos nos dan a nosotras.

GRUMMER te enseña a valorar lo que tienes, a ser mejor persona, ayudar, saber dar y recibir, convivir unas personas con otras, sin importar diferencias, ser alegres toda la vida, ser sinceras, solucionar problemas dialogando, vivir en paz, ser solidarias, ser bondadosas y más. GRUMMER fue mi mejor opción para ser una buena y mejor persona.

Karol Martínez Macías
Alumna de 6° de Primaria

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“Mi experiencia en el asilo con las niñas de GRUMMER Primaria”

Se me ha hecho una de las mejores experiencias el tener la oportunidad de convivir con niñas tan cercanas a mí, ya que me siento muy identificada con ellas por el colegio. Es muy especial convivir con éstas niñas, ya que ellas están pasando por etapas semejantes a las que yo viví y el compartir consejos o diferentes maneras de afrontar las experiencias de la vida, me hace ver que puedo dejar una gran parte de mí en ellas.

Ir al asilo con ellas me dejó mucho que pensar, superó mis expectativas, nunca me imaginé que estarían tan dispuestas a compartir su amor y su tiempo a personas que de verdad lo valoran. Las niñas de GRUMMER Primaria, se dieron cuenta del amor que tienen esas personas mayores y ellas también encontraron la forma de alegrarles un rato, con actividades sencillas como jugar a la lotería, platicar con ellas y que les cuenten las experiencias que tuvieron en su juventud. Les tuvieron mucha paciencia y pude percibir que se abrieron con mucha facilidad a esta experiencia.

Espero que cada año haya la oportunidad de realizar actividades como estas con las alumnas del colegio, ellas logran sensibilizarse ante las realidades que poco a poco van enfrentando en su vida y pueden ir formándose en amor cada vez más grande y sincero hacia la persona prójima.

Mariana Marull
Alumna de Preparatoria y
Asesora GRUMMERPrimaria

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