“SEMANA SANTA EN
EL BASURERO-Parte 2”

Los riesgos de la actividad son mayúsculos ya que no se utilizan guantes ni trajes especiales, encontrándose agujas, vidrios, latas y un sin número de objetos contaminados y punzantes. Aunque hay organizaciones que ofrecen implementos para su protección, las y los guajeros prefieren no usarlos pues les quita agilidad a la hora de maniobrar.

Otra clase de riesgo constante son los incendios, y los derrumbes (sobre todo en tiempo de lluvias), dicho sea de paso, la mayoría de catástrofes que suceden en el lugar no son cubiertas como noticia por los medios de comunicación.

Hay otro gremio de guajeras/os que son las personas llamadas mineras/os (porque buscan alhajas y metales valiosos dentro del agua) que van a lo que sería “el quinto patio” y que nadan en el río donde se une el nacimiento del Rio la Barranca, los desechos de algunas fábricas y los lixiviados (líquidos, por lo general son los “sueros” que se escurren de algún cuerpo orgánico durante el proceso de descomposición de la basura).

Constantemente se producen gases, producto de la descomposición de los elementos que se juntan con ácido de batería, desechos tóxicos, etc., por lo que el riesgo sanitario no solo es para las personas que se encuentran en el lugar, sino para todas las zonas aledañas al basurero, además del terrible olor que lo impregna todo.

Dentro del basurero hay personas viviendo en chozas hechas de cartón y madera, con piso de tierra, sin agua, ni condiciones dignas de vida.

Frente al basurero, al cruzar la calle están varios asentamientos sobre un terreno que es relleno sanitario, que se han ido conformando por invasiones. El asentamiento en el que estuvimos tiene 7 años de antigüedad y lo conforman 350 familias, es un laberinto de callejones, donde una va caminando entre basura, niñas/os, perros, la mayoría son casas de lámina y madera.

Por el testimonio de varias personas que tienen años asentadas en ese lugar, nos enteramos que la mayoría de la gente come de lo que encuentran en el basurero… “Nosotras/os hemos subsistido comiendo lo que desecha la gente rica. Antes sacábamos carne, pollo, embutidos, latas abolladas y hasta verdura y fruta. Primero cocinamos y comemos nosotras y si a la media hora no nos hace daño, se la damos a nuestras/os hijas/os… ahora los súper mercados tiran las bolsas de carne y de pollo inyectados con desinfectante de pisos o con violeta de genciana, para que no la consuma nadie”… En ese momento, pasó un señor vendiendo bolsas de pollo a Q5.00. Si están inyectados, a la hora de freírlos saldrá espuma y tendrán que tirarlos.

Los hijos e hijas de guajeras/os, por lo general empiezan a muy temprana edad a ir a “guajear”, exponiéndose a abusos, mal trato, extorsiones y un sin número de peligros. Se nace, crece y muere en ese contexto. Una minoría logra estudiar y salir de ese contexto. La mayoría, va construyendo su casa, su patrimonio, su red de relaciones, su nueva familia, por lo que no se plantean salir de ese lugar. Además, nadie les manda, no hay patrón, y pueden tener ingresos diarios, sin tener que esperar a la quincena.

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Hay varias iglesias y más de 10 organizaciones trabajando en favor de esas personas, brindando escuelas, guarderías, talleres de manualidades, apoyo psicológico, clínica, etc., pero parece que la realidad supera todo tipo de ayuda.

Nos encontramos a muchas personas adultas, jóvenes y niñas/os, alcoholizadas o perdidas en la droga y la prostitución, una manera tal vez de mitigar el dolor de la explotación, la injusticia, el abuso, la pérdida de personas queridas aplastadas y desaparecidas por la basura, la degradación humana que la pobreza extrema y otros agravantes han generado.

Nos dimos cuenta que en ese mundo (como en todo mundo), hay sub-mundos… Una especie de holograma que refleja y condensa la condición humana en todos sus aspectos y matices. Encontramos gente maravillosa, admirable, solidaria, trabajadora con metas altas en sus vidas, comprometidas con el bien común… y gente con un enojo y una rabia permanente, que por nada saca a pasear su agresividad incontrolable… ying y yang… gracia y desgracia… y ahí, en medio de todo, tratamos de escudriñar la realidad y descubrir la Encarnación del Hijo de Dios, que por amor a ésta humanidad subió al madero, al árbol de la Vida y que sigue viviendo su viernes santo y su Pascua en el día a día. Muerte-Vida.

Ahí, en el caminar por esos callejones, con esos olores, entre tanta basura, ante el dolor impotente de muchas personas, nos descubrimos, nos re-conocimos a nosotras mismas, con nuestras miserias y vulnerabilidades, nuestros intentos fallidos de fidelidad y al mismo tiempo habitadas por el Amor desmesurado de Dios a nuestra humanidad… puro Misterio de Dios encarnado… hermanadas con todas ellas y ellos, una más en ese mosaico de realidades…

Visitamos familias en sus pequeñas casitas hechas de lámina. Jugamos con niñas/os en una actividad con piscinas. Celebramos la fe. Anduvimos el Viacrucis. Compartimos la mesa. Dormimos el sábado de Gloria en la casa de una familia que nos dejó una cama y una colchoneta… y volvimos el domingo a “Galilea”, con un movimiento interno fuerte, preguntas sin respuesta, con el olor todavía penetrado en el olfato, para recordarnos que la muerte y el mal no tienen la última palabra, que estamos invitadas a remover la piedra de nuestro corazón y el de tantas otras y otros, exhortándonos a dejarnos sorprender por un amanecer diferente cada día, a traspasar nuestras fronteras y resignificar diariamente nuestro sí a la Vida, confiando en que el dueño de la historia, no se olvida de su creación y de tantas personas sufriendo por la explotación, el abuso, la migración forzada, el tráfico humano, la guerra… Dios camina con nosotras/os, ¡Dios camina entre su Pueblo!

Comunidad MMB de Cotió

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“SEMANA SANTA EN
EL BASURERO-Parte 1”

Esta Cuaresma, podemos decir que fue especial para nosotras como Comunidad de Cotió en Guatemala, ya que la realidad se nos fue imponiendo de diferentes maneras, lo que nos hizo plantearnos cómo queríamos vivir nuestro camino hacia la Pascua y cómo viviríamos la Semana Santa en concreto. Casi todos los años nos había tocado acompañar durante la Semana Santa a comunidades campesinas, con la consabida celebración del Triduo Pascual.

La vida nos dio la oportunidad de vivir un tiempo litúrgico diferente. Hubo dos acontecimientos que nos movieron a voltear la mirada hacia otros horizontes y escudriñar la realidad, para encontrar una llamada significativa. Uno, la Comunidad de Colomba nos informó que, por razones de logística interna, no nos podían recibir éste año para acompañar Comunidades. Dos, los periódicos a diario nos traen en primer plano, realidades dramáticas que de algún modo nos quedan lejos estando cerca. Se dio el caso el 8 de marzo, día de la mujer, del incendio en un albergue para menores víctimas de maltrato, que ha dejado como saldo 41 adolescentes muertas y otras con quemaduras de gravedad, que sacó a la luz un tema urgente que ha estado postergándose, como es la atención a la niñez en riesgo, con todas las tramas de corrupción que solo son un reflejo de la fragilidad institucional que se vive en el país. Este hecho ha conmocionado al país y a la Comunidad Internacional. A nosotras nos hizo hacernos varias veces la pregunta: ¿Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué he de hacer por Cristo?

Vimos que teníamos la oportunidad de poder acompañar y dejarnos tocar por alguna de las tantas realidades que viven las/os Cristos sufrientes en ésta Ciudad Capital que ronda los 3 millones de habitantes y que nos interpelan en nuestro diario transitar por sus calles.

Tuvimos la gran suerte de que una amiga nuestra, Sor Lidia Cruz, religiosa de las Hermanas de la Caridad, que acompaña una de las tantas Comunidades aledañas al basurero de la Zona 3 de la Ciudad Capital y colabora en la Iglesia de Santa María que depende de la Parroquia de San José Obrero de la Zona 7, y es atendida por los sacerdotes Misioneros de la Caridad, nos hizo la invitación a vivir la Semana Santa en ese espacio.

Nos organizamos y estuvimos allá de martes a domingo. Todo lo que se pueda decir, no refleja en gran parte lo que es la realidad, ni lo que cada una de las cuatro integrantes de la Comunidad pudimos experimentar, pero trataremos de exponer, de forma limitada, lo que vivimos esos días.

Vamos a ubicar de manera general el contexto y realidad de el basurero de la Zona 3. Este fue ubicado desde 1954 en una zona muy céntrica, a solo 3 km. del Centro Histórico, en uno de los muchos barrancos que existen en la ciudad, cuando la municipalidad rellenó el río La Barranca para construir lo que sería el relleno sanitario. Por razones administrativas y políticas, el proceso para construir el relleno sanitario se descuidó, por lo que ha ido creciendo descontroladamente en todos sus aspectos.

Empezaremos diciendo que el problema de la basura tiene en Guatemala dimensiones alarmantes, ya que, por un lado, de los 340 municipios, ninguno tiene un tratamiento aceptable de los desechos.

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Algunos afrontan problemas de contaminación grave, de forma que sus reservas de agua están contaminadas. Por otro lado, el país no educa a su población sobre el uso y tratamiento de la basura, por lo que la gente no sabe muchas veces que hacer con ella y termina tirándola en cualquier lado, generando focos de contaminación.

El aumento constante de las cantidades de desechos sólidos, se ha venido agravando en consecuencia del acelerado crecimiento de la población y la concentración en el área urbana, el desarrollo industrial, los cambios de hábitos de consumo, así como también, debido a otra serie de factores que conllevan a la contaminación del medio ambiente y al deterioro de los recursos naturales.

El avance industrial en Guatemala, ha provocado que cada día se fabriquen más productos sólidos no degradables, en su mayoría, fabricados con polímeros (plásticos) que provoca una mayor generación de este tipo de desechos sólidos y al visitar el lugar se observan por todos lados, una gran cantidad de bolsas y envoltorios plásticos.

Aproximadamente entran diario 800 camiones (la mayoría de empresas particulares) a depositar un promedio de tres mil toneladas de basura, de la cual el 44% es orgánica, el 18 % papel y el 13% plásticos. Esta basura corresponde a 9 municipios de los alrededores.

Las y los guajeros (personas que viven de la basura para su subsistencia) que tienen autorización “oficial” para ingresar en el basurero son entre ochocientas a mil personas, pero se calcula que otras dos mil ingresan por lugares prohibidos que no están autorizados. Aproximadamente 2,000 familias (unas 11,000 personas, en su mayoría niñas/os) dependen del Relleno Sanitario de la zona 3 para su subsistencia.

Las y los guajeros son un gremio desprotegido que está expuesto a toda clase de riesgos por contaminación, intoxicación y accidentes laborales, así como los empleados del lugar quienes carecen de un plan de seguridad laboral. Las y los guajeros han venido a formar parte de un sector económicamente fuerte de la Ciudad, por la compra-venta de materiales para reciclar o re-usar. Dentro de éste gremio hay distintos estatus y modos de organizarse, por lo que se considera que se genera un ambiente muy hostil donde hay que pelear para conseguir las latas, el cartón, el plástico, donde las/os menos hábiles pueden llegar a conseguir entre Q10 y Q20 al día (1 dólar igual a 7.50 Quetzales).

En la actualidad las y los guajeros son objeto de competencia desleal, ya que los camiones de basura recolectan todo lo que se puede reciclar (lo útil de la basura), lo negocian antes de llegar al Relleno Sanitario de la Zona 3, y lo venden antes de ingresar, en un lugar vecino.

Cuando ingresan al basurero, hay guajeras/os con su grupo, esperando para “comprar” el camión, es decir, ser las/os primeras/os en recolectar. En ese momento se suben algunas/os “cachas” al camión para sacar lo mejor, antes de llegar al lugar donde tirarán la basura, actividad sumamente peligrosa. Después de una segunda o tercera selección, entran personas que no están agrupadas a rebuscar en la basura por un espacio de tiempo muy corto, antes de que entre el tractor a empujar la basura para rellenar y aplanar el lugar… otro peligro constante, ya que, por la cantidad de ruido, muchas veces no escuchan y el tractor los atrapa, mutilándolas/os y/o aplastándolas/os.

“EL VALOR DE LA ENTREGA Y LA SOLIDARIDAD”

Hoy tengo la oportunidad de compartir por primera vez lo que ha significado una actividad que realizamos con el grupo de 35 jóvenes que se preparan para el Sacramento de Confirmación en la Parroquia “Santa Cecilia”, San Ignacio Zona 7 de Mixco en Guatemala. El grupo de Catequistas lo conformamos la hermana MMB Ana Noemi Chocón, Migdalia Marisol Pérez, Pablo Brito y yo Rosario Chin.

El día sábado 8 de abril tuvimos nuestro primer “servicio de sensibilización” en donde cada joven colaboro con víveres para apoyar a las familias más necesitadas de la colonia. Su actitud no tardó en dar una respuesta favorable, ya que se reunieron varias despensas lo cual nos ayudó a dar una bolsa de víveres bastante surtida a cada familia.

Durante las Catequesis de los días sábados, habíamos estado reflexionando el Triduo Pascual: pasión y muerte de Jesús; y en esta actividad como experiencia profunda de la Resurrección, reflexionamos cómo Jesús puede seguirse manifestando desde el amor, el servicio y el envío, especialmente desde el valor de la entrega y la solidaridad delas y los jóvenes.

Después de la reflexión, cada joven dio a las familias, especialmente a las madres, los víveres. Las madres expresaron su agradecimiento y el que se les haya tomado en cuenta para darles este apoyo. En seguida, compartimos una sencilla refacción. Fue una experiencia muy especial.

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La actividad tuvo dos razones: una, era hacer una buena acción a nuestro prójimo justo antes de la Semana Santa para iniciarla siendo servidoras/es, dando a conocer el amor misericordioso de Dios al entregarnos todo en su amado hijo Jesús; la segunda, era hacer consciencia en las/os jóvenes de valorar lo que tienen en su casa, desde un plato de frijolitos, hasta su casita de lámina, también, el tener una familia donde falte papá o mamá. El hecho es valorar lo que se tiene hoy.

Esta experiencia les ayuda mucho porque a esa edad las y los jóvenes pocas veces pueden dar, y menos a personas que no conocen, ya que ellas/os siempre quieren recibir e incluso exigir lo que desean. Para quienes se disponen a aprender de esta experiencia les es muy valiosa ya que les anima a seguir ayudando y dando de lo que Dios les ha regalado.

Para mí esta experiencia fue muy especial, ya que es una actividad muy enriquecedora porque veo la necesidad física y espiritual de las familias. Con la visita, podemos acompañarles y darles un poquito de nuestro tiempo, ofreciéndoles lo que hemos recibido en nuestra formación de ser Iglesia: servir y alimentar la fe, no solo ayudar en las necesidades físicas sino también en las espirituales. Es un impulso para que estas familias se sientan animadas y puedan acercarse a la Iglesia pero la finalidad es especialmente, que se sientan agradecidas con Dios por tantas bendiciones que reciben cuando menos lo esperan.

Rosario Chin
Catequista de Confirmación

“DIOS NOS INVITA A RECREAR LA VIDA”

Otra experiencia que hemos vivido durante la Semana Santa, fue la de acompañar a las niñas y adolescentes de la “Asociación La Alianza” (ALA), una Institución que se encarga del cuidado, la protección y la garantía de los derechos humanos de estas niñas y adolescentes.

El día miércoles santo, tuvimos la oportunidad de convivir con ellas y hacer de ese día, un día en donde se pudiera hacer algo diferente al diario vivir que llevan. Por tanto, organizamos un día de verano, realizando varias actividades que hicieran posible compartir la alegría, el dinamismo de cada una. Disfrutaron un momento de dinámicas de presentación, de convivencia y bailes. Luego, se dispusieron a ir a las piscinas que les colocaron en el patio ya que, todas estaban deseando que llegara ese momento. Realmente es un espacio en el que la diversión con el agua se torna distinto y muy alegre y, estando en las piscinas también se realizaron dinámicas en un ambiente lleno de mucha diversión, donde el cansancio, el dolor, la tristeza y la pereza se fueron disipando cuando se iba encontrando el sentido de la actividad.

Tuvimos el almuerzo con ellas, así que fue un momento en donde nos dejamos sorprender de cómo cada niña y adolescente, incluso madres jóvenes, disfrutaban del compartir, dialogaban, reían, bromeaban y compartían lo que les había hecho sentir y disfrutar lo vivido durante la mañana. La gran mayoría mantenía esa sonrisa de gusto porque realmente fue un día muy distinto a los demás, y también porque era un día de relajación, de diversión, de disfrutar y de soltar la tensión de las responsabilidades.

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Por la tarde, después de un tiempo de descanso, vimos la película de “Cadena de favores”, una película con grandes mensajes para la vida, para saber observar la realidad personal y colectiva, y así, brindar la ayuda a quien realmente la necesita. Las chicas rescataron varios mensajes porque había escenas que conectaban con algunas experiencias de su vida, así que, no dejaron de expresar lo que pensaban, sentían e incluso aquello que les sorprendió como desafío para vivirlo en el día a día.

Finalmente terminamos el día muy contentas, tanto ellas como nosotras, porque realmente fue un regalo tener estos espacios en donde Dios nos invita a recrear la vida de manera muy sencilla, acercándonos con respeto, admiración y valoración de estas chicas valientes que día con día, luchan por aprovechar lo recibido en esta institución y así, poder tener una vida más digna, valorada y reconocida, reconociéndoles también los talentos y dones que ellas mismas van descubriendo en sí mismas en medio de las distintas realidades que han vivido.

Ana Noemi Chocón, MMB
y Paulina Soltero, MMB

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“SENTIR CON ELLAS Y PARA ELLAS”

Con anterioridad, nos habíamos puesto de acuerdo con doña Etelvina Estrada, una señora de la Pastoral de la Mujer, quien es “la apóstol” de esta comunidad en unión con su hermana Filomena aquí en Colomba, Guatemala. Pedí a Jeremías, un joven del Chuva que me acompañara para ocuparse de niñas, niños y jóvenes.

La finca Soledad Grande donde vive doña Etelvina, no es una comunidad lejana, pero sí de muy difícil acceso, pues no hay picops que den ese servicio. Para salir de la finca, deben caminar una hora para llegar a pie de carretera, o caminar 50 minutos a través de cafetal para llegar a la Comunidad Agraria Santo Domingo, donde si hay medio de transporte.

El domingo de Ramos, después de participar en la procesión y en la Eucaristía en Colomba, el profesor Juan José nos llevó a doña Etelvina y a mí a la finca para comenzar nuestra misión.

Soledad Grande es una finca que ha quedado muy deshabitada porque el salario que pagan es de miseria, los hombres ganan Q. 20.00 al día y las mujeres Q. 15.00, los trabajadores se sindicalizaron y pidieron aumento de salario, vino el dueño y les echo fuera con todo y familia. Les dice que qué más quieren, si tienen casa, agua y luz.

Son pocas las personas que viven en esta finca, de las cuales hay algunas personas que se han ido a otras iglesias y la comunidad católica es muy pequeña y está casi compuesta de personas mayores, algunas jóvenes y niños/as.

Jeremías se integró el miércoles santo a la misión, pues es el responsable de la Pastoral Juvenil de Saquichillá, y el martes santo, organizaron un retiro con las y los jóvenes de esa zona donde participaron entre 45 y 50 jóvenes.

El mismo miércoles santo, Jeremías comenzó a trabajar con las niñas y los niños de Soledad Grande. Continuó la formación con ellas/os con mucha paciencia, desgraciadamente no logramos que se integrara ningún joven a las actividades religiosas.
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Hemos trabajado con ahínco, lunes, martes y miércoles por las mañanas, fuimos como comunidad a visitar enfermos, porque hay bastantes. Y por la tarde de esos tres días, hicimos un retiro en el que profundizamos sobre “El Triduo Pascual”. Tuvimos actividades de dramatización de los pasajes bíblicos y tambien de colorear los dibujos alusivos al triduo; había hermanas mayores que decían, “hermanita, yo nunca fui a la escuela, no se colorear”, yo las animaba y no saben qué bonitos les quedaron, se los mostraban con orgullo unas a otras.

El jueves santo, después de arreglar la Iglesia y preparar el monumento para la Adoración del Santísimo, fuimos como comunidad a visitar a las personas católicas que se han quedado sin participar en la Iglesia. Por la tarde hicimos la celebración de la Cena del Señor e insistimos en que es el día del “amor que Dios tiene por nosotras/os” y cómo nos pide que nos amemos unas personas a otras.

Jeremías hizo el lavatorio de los pies y, al terminar los oficios, hicimos la Adoración del Santísimo Sacramento con mucha unción y reverencia, finalmente compartimos un café y un panito en señal de “hermandad que desea vivir el mandamiento del amor”.

Viernes santo hicimos el Viacrucis por la mañana, al regresar al templo, celebramos los oficios de la pasión del Señor y la veneración de la cruz. Por la tarde se hizo la procesión del santo entierro. El sábado santo por la mañana, volvimos a visitar a hermanos y hermanas que se han quedado sin participación, solo logramos que regresara una señora.

Por la tarde-noche hicimos la Vigilia Pascual, aquí hubo más participación porque llegaron personas que vinieron de la capital a visitar a su familia. Fue una Vigilia muy solemne, hicimos la bendición del Fuego nuevo y del Cirio Pascual a un kilómetro de la iglesia, en un camino del cafetal seguido de la procesión de la Luz con el Cirio encendido y las pequeñas luces de todos los participantes. El grupo de señoritas que asistió a todas las actividades, siempre estuvieron dispuestas para hacer las lecturas, y a realizar lo que hiciera falta para que la comunidad católica se anime y resurja la fe en Soledad Grande.

Agradezco a la comunidad de Soledad Grande, que nos acogió con tanto cariño y nos brindó la ocasión de estar a su servicio.

María Micaela Reynoso Primo, MMB

“SENTIR CON ELLAS Y PARA ELLAS”

Esta Semana Santa tuvimos la oportunidad de regresar de misiones, esta vez a tres destinos distintos; Guanajuato, Jalisco y Chiapas. Una semana muy esperada y preparada, cada quien vive este proceso de manera distinta, pero todas/os con un mismo fin: dar lo mejor.

Para unas/os cuantos fue su primera misión, para otras/os una más a la cuenta, pero no menos especial. Durante cada año que transcurre entre misión y misión cada una/o de nosotras/os vive distintas experiencias, coincide con personas nuevas, por lo tanto, no somos las mismas personas que el año anterior y, definitivamente no volveremos a serlo, no vivimos la misión igual y no somos las/os mismas/os misioneras/os que años atrás, pero siempre emociona compartir con tu equipo y con la comunidad.

Este año, fue un año de cambio, en lo personal cambió mi rol en la misión, ahora como Asesora fui a Santa Catarina, una comunidad de Guanajuato. También iba con ideas distintas, con sentimientos encontrados, quizá podría decir que iba un poco más madura, pero algo que me quedo muy claro es que sea cual sea tu papel y, lleves los años que lleves, a fin de cuentas, la sensación al finalizar la semana, al regresar a Guadalajara, nunca cambia, creo yo que siempre te sientes más plena/o, con más vida.

Definitivamente lo que más cuesta es despedirte de la comunidad con la que compartes estos días. Llegas al inicio de la semana con la intención de adaptarte, de conocer, de disfrutar, de ser feliz y, ya cuando estas adaptada y te sientes como en casa, te tienes que despedir, regresar y, por consiguiente, extrañar.

Algo que me movió el corazón esta semana fue el que al despedirnos, un niño con el que hice mucho clic, me regalo un muñeco y un collar con la imagen de un santo, sentí de todo un poco porque también su mamá lloró y sinceramente no convivimos mucho con la señora, pero el verla llorar me hizo pensar cómo es que de alguna manera sí llegamos a hacerles la semana distinta, así como nosotras/os cambiamos ciertas cosas de nuestra vida diaria, ellas/os también tienen días de cambio en su vida, es reciproco.

Ese compartir y recibir alegría, sonrisas, amor; el entender que es gracias a las otras personas que nosotras/os somos quienes somos, el reconocer a la otra persona como parte de ti y reconocerte a ti también como parte de la otra, darte cuenta que la humildad es fundamental para ser feliz, dejar a un lado los diferentes niveles económicos y permitirnos sentir lo mismo. Sentir con ellas y para ellas amor, gratitud, amistad, es algo que en definitiva reconforta el corazón.

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Esta semana es, por lo menos para mí, una recarga, un impulso para no rendirme y seguir buscando y luchando por una sociedad mejor, por un mundo incluyente, amoroso y más justo. En mi experiencia, este año hablamos mucho acerca de formar comunidad, del no ser indiferentes a lo ajeno, y esa semana me queda claro que de cierta manera dejamos nuestra indiferencia a un lado, pero… ¿Qué tanto estamos cuidando de las demás personas en nuestra vida diaria? ¿Qué tan seguido demostramos amor a quienes nos rodean, y no precisamente a nuestras amistades? ¿Qué tan empáticas/os somos con quienes son diferentes a nosotras/os y que nos topamos diario?

De cierta manera, me cuesta entender como en misiones podemos darles un “buen día”, una “buena noche” a quien sea, pero aquí muchas veces no nos tomamos el tiempo ni de eso. Me siento invitada e invito a todos los y las misioneras, a que esos pequeños detalles que nos sorprenden muchas veces de las comunidades a las que vamos, los traigamos a nuestra sociedad, que esa luz que transmitimos y que nos transmiten una semana, sea la que transmitamos todo el año.

Y que esta semana no se quede solamente en las fotos que vamos a compartir en las redes sociales, – que estoy de acuerdo en que queremos compartir nuestras experiencias, porque definitivamente nos hacen crecer-, pero sería mucho mejor que este ser feliz con las demás personas, el enamorarte de esas personas porque te lo dan todo, no se quede solamente en la misión, en las comunidades. Que seamos de esas personas que vibran y que aprendamos a valorar a las personas que también valen como nosotras/os, personas que tienen magia con la que vale la pena compartir la vida, con las que encuentras a un Dios amoroso, y no precisamente tienes que hacer un viaje a otro estado para encontrarlas, porque esas personas nos rodean a diario, es cuestión de empezar a reconocerlas.

Daniela Molina Garduño
Integrante de JUMMER

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“SALIMOS A LA MISIÓN CON EL CORAZÓN CONTENTO”

Las 7:30 pm fue la hora de la cita para la “Misa de envío” de Misiones de Semana Santa como cada año en miércoles o jueves antes de la salida a Misiones, experiencia vital de JUMMER- Juventud Misionera Mercedaria en Guadalajara, México.

Este año, JUMMER visitó tres estados de México: Soyatlán del Oro, en la Diócesis de Autlán de Navarro, Jalisco; Santa Teresa en Guanajuato de la Arquidiócesis de León y Soyatitán, en Chiapas, de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas.

La capilla del Colegio fue el punto de reunión en el que aproximadamente 80 misioneras/os nos reunimos para la celebración que siempre nos hace decir: ¡Ya nos vamos! Familiares, papas y amistades nos acompañaron y quisieron compartir con nosotras/os esta experiencia de fe y de compromiso misionero.

Una de las cosas que el Padre nos recordó con mucha objetividad y cariño, es que lo más importante de la Misión es por qué queremos hacerlo, con qué intención, cómo queremos vivir con la gente que realmente nos enseña desde su fe, el gran amor de Dios.

Antes de la imposición de la cruz se dio el reconocimiento a cinco misioneras que habían cumplido cinco años de asistencia a la experiencia de estas Misiones de Semana Santa, una misionera diez años y otro misionero quince años. Fueron pequeños símbolos que quisieron recordar y reconocer su entrega.

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Con la cruz de madera que nos pusieron la Madre Licha y el Padre, confirmamos que vamos a las comunidades de forma humilde, sencilla y servicial.

Al terminar la misa, las MMB junto con los padres de familia de los y las misioneras que fuimos a Chiapas, hicimos una oración de envío, ya que nosotras/os nos adelantamos dos días a la salida de las y los demás que fueron a Soyatlán y Guanajuato.

Como cierre de la “Misa de envío”, la Madre Licha, con una porra nos animó y nos recordó por quién hacemos esta misión: ¡Por Jesús!

Salimos con el corazón contento y llenos de ánimos e ilusión de compartir esta semana con la gente de las diferentes comunidades.

Ana Sofía Güemez, Integrate de JUMMER
Alicia Obregón, MMB

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“MOTIVACIÓN POR UN MISMO CAMINO”

A mí me tocó vivir este retiro de preparación a la Semana Santa como JUMMER- Juventud Misionera Mercedarias de una manera especial, de una manera que no la había vivido nunca antes, de alguna manera como observadora.

Tuve la oportunidad de ver la interacción de las y los misioneros, la actitud con la que hacían cada actividad, sus expresiones al momento de compartir alguna actividad. Pude leer las expresiones de algunas/os participantes al momento de cerrar los ojos para alguna dinámica y ver lo que se suscitaba posteriormente en el compartir.

Uno de los momentos que más me gustó, fue en una de las actividades en la cual les pidieron que en parejas se vieran a los ojos fijamente, sin ningún sonido o palabras de por medio, y los resultados fueron totalmente diferentes para todas/os: unas/os se reían, otras/os se lo tomaron muy serio y sin ninguna distracción, peor hubo parejas que llegaron a estar tan dentro una de la otra que, alcanzaron a leer mucho de sí mismas, se notó en las reacciones y al compartir.

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Durante todas las actividades hubo mucha unión por parte de asesoras/es y misioneras/os, todos y todas juntas riendo y conviviendo.

El receso y la comida también me generó mucha alegría, al ver cómo todos los grupos eran incluyentes, sin importar el grupo con el que iríamos de Misión y, algunas/os hasta invitando a las personas nuevas o desconocidas a jugar, platicar y unirse.

Para concluir, creo que fue un retiro que fluyó en todo sentido, todas las actividades salieron muy bien, todas y todos se llevaron de excelente forma y, lo más importante, es que todas/os estábamos motivadas/os en un mismo camino… ir de misiones a entregar todo de nosotras/os mismas/os y hacer lo mejor que podamos para con quienes compartiríamos estos días especiales con Jesús.

Jimena Llamas
Integrante de JUMMER

“JUMMER,
UN RECUERDO QUE ESTARÁ EN MÍ PARA SIEMPRE”

La nostalgia se postra ante mí, el recuerdo de algo hermoso retumba en mi cabeza, me pregunto cuándo será el día en que lo vuelva a encontrar, miraba los objetos que algún día estuvieron sujetos a la magia de la vida y la belleza de la naturaleza, qué hermoso sería vivir en ese mundo sin preocupaciones ni rutinas, en ese mundo donde sólo importa el estar bien con el prójimo.

Entre los objetos se encontraba una pequeña chancla, algo insignificante para unas personas, pero con una experiencia hermosa para otras, esa chancla significa el camino que recorremos, que sabemos que, aunque a veces vayamos solos/as en el camino, otros/as van a estar apoyando desde otro lugar; saber que no estoy sólo y saber que hay gente que pasa por lo mismo que yo. Como dice la canción, “El caminaba, con sandalias en los pies”, qué grandes cosas podemos hacer con el simple hecho de creer en algo, de creer en la humanidad y hacer creer a las personas que, en algún sitio de este mundo, alguien tiene un plan para nosotros/as, donde con la ayuda de la fuerza que se nos da, podemos avanzar con esa chancla cada día de nuestra vida.

Recuerdo un cerillo, imagino que muchas personas no han aprovechado su vida, no digo que yo sí, pero si algo puedo hacer para cambiar, aunque sea un poco el mundo con la llama de mi vida, pues adelante. Algún día mencioné que no me arrepentía de nada de lo que he hecho, y lo sigo diciendo, creo que mi experiencia de vida me ha ayudado a ver de otro modo el mundo, la vida y a nosotros/as mismos/as.

De pronto me invaden los recuerdos y me trasladan a ese lugar que inició con este camino, veo los rostros de las personas que marcaron mi vida de una forma eterna e irreversible y los siento aún en mi corazón. Esos lugares que algún día espero volver a pisar y sentir, que sin saberlo me hicieron volver a nacer y me abrieron los ojos. Muchas veces se nos olvida el sentido y perdemos el hilo de la vida y nos dejamos atrapar por la rutina, los falsos disfraces y la indiferencia… Aún recuerdo a viva voz las palabras que algún día una gran persona me dijo: “Aprende a ver la belleza de este mundo, tenemos tantas cosas en la cabeza que se nos olvida lo más importante y esencial de la vida, que es, estar bien contigo mismo/a y los/as demás” … Esas palabras me ayudaron bastante, hoy en día, después de 15 años cuando estoy muy presionado o estresado sólo volteo hacia el cielo, lo miro un momento y esa preocupación desaparece.

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A veces este mundo me parece simplemente mágico, he aprendido en este camino a tomarme un tiempo en el día y cuando veo que las cosas no están saliendo como quisiera o como deberían ser, volteo al cielo y a mi alrededor, donde están las verdaderas personas y veo lo que mucha gente no ve por miedo a ver algo distinto.

Quiero estar con las personas que sabe hacerlo y que cada día de su vida recorre el camino de la felicidad, en verdad ellas son las ricas de corazón, quiero aprender más acerca de ellas, sus inquietudes, necesidades y sobretodo aprender a vivir como lo hacen ellas.

Tengo la fortuna de haber compartido este camino al lado de muchas personas que han sido pilares en mi andar como misionero, gente que siempre se quedará con un pedazo de mi vida, de lo que soy.

15 años se dicen fácil y habla de una experiencia nutrida, aunque en estos momentos, mi corazón me hace recordar el nerviosismo y la emoción que tuve la primera vez que estuve sentado en esas bancas, esperando mi llamado para imponerme la cruz y emprender lo que a la postre sería una vida misionera y un compromiso eterno que hice aquel lejano 2003… ahora vuelvo una vez más a este lugar, con los mismos sentimientos pero con otra mirada, una mirada más madura y consciente que me invita a vivir de la manera más natural.

A partir de hoy voy a esforzarme para vivir como esas personas, voy a convivir con mi familia y con mis amistades, ellas son mi más grande vínculo con la perfección y con ellas me siento realmente vivo.

Siempre hay dos caminos que elegir, uno largo y difícil, pero con paisajes hermosos, y uno corto y fácil, pero con paisajes pobres, yo opté por el camino largo, y sé que es el más difícil de recorrer, pero tan solo hay que detenerse un momento a admirar la belleza en su más cruda realidad y hará que esa elección haya valido la pena… Simplemente hay que actuar en el mundo para poder vivir.

“Todo/as estamos destinados/as a morir,
depende de ti cómo quieres que se te recuerde”

Juan Carlos Pérez Bouquet
Asesor de JUMMER

“COMPARTIENDO UNA
-VIEJA- EXPERIENCIA”

Era 1989, cuando Gloria Borobio, MMB y yo llegamos a fundar la comunidad de Cotió, en Guatemala.

Mi tarea o destino era para trabajar en la Pastoral Juvenil Vocacional. Siempre había estado realizando trabajo de otros tipos y sólo con adultos, pero nunca con jóvenes cosa que sentía no se me daba y en esos momentos era para mí un reto gigante, algo que no me era nada fácil, sin embargo, pensé que debía hacer todo lo posible y ponerlo en manos de Dios y que Él actuara en medio de las limitaciones que yo sentía, así que inicié la tarea con “temor y temblor”. Después de muchos años constaté que realmente “ÉL actúa”, es quien dirige todo, que se siembra la semilla pero que quien le da crecimiento en el corazón de cada joven es Dios… ¿Por qué digo eso?

Al iniciar esta pastoral dirigí “mis pasos” a varios campos de acción, entre ellos a mi Parroquia San José del Buen Consejo. Ahí me encontré con las y los jóvenes, fuimos intentando caminar, al menos de mi parte e ir dando los primeros pasos en esta tarea.

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¡Era 1990! Se fue consolidando el grupo, teníamos nuestras reuniones, reflexiones, oración e íbamos caminando. Tiempo después fui destinada a Colomba en Quetzaltenango, una misión rural también en Guatemala.

Los años pasaron, yo durante todos esos años había andado a veces lejos de esta bendita tierra guatemalteca, por México, Italia, etc. hasta que hace como unos 5 o 6 años, por azares de la vida hubo contacto con uno de aquellos jóvenes y luego tuve la gigante alegría de reencontrarme con algunos de ellos.

Compartimos en una primera cena lo qué había sido de nuestras vidas después de tantos años en que nos perdimos de vista y así cada una/o fue desgranando su vivencia… ¡Cuánto gocé con su compartir! Viendo que son unos mujeres y hombres de bien, trabajadores, con hogares consolidados. ¡Todo un regalo de Dios para mí ese encuentro y, cuánto agradecí a Dios todo lo bueno que me dejaron! Me impactaba y me sigue impactando que, al día de hoy, se acuerden de reflexiones de aquel tiempo, de frases que se ve, hicieron mella en su vida, porque a aquella pequeñita semilla sembrada, el Dios de la vida la ha hecho germinar y dar fruto. Me reconfirma que es Él quien actúa… este es mi aprendizaje: confianza y abandono… “Hacer todo como si todo dependiera de ti sabiendo que todo depende de Dios”.

Anteayer tuvimos nuevamente la posibilidad de encontrarnos y cada ocasión es para mí un gran gozo, poder convivir y compartir sobre nuestras vidas. Pero, quiero dejarles la palabra a ellas/os expresando algo de lo que les dejó aquel grupo:

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Después de oír todo lo que ellas y ellos han expresado y lo que hemos ido recogiendo en los diversos encuentros no cabe duda de que Dios estuvo presente en aquel grupo, que ÉL actuó y nos ha ido acompañando, hasta hoy, a cada quien, desde nuestras propias vidas, que ÉL es un Dios Padre-Madre presente en la historia, cercano, misericordioso y lleno de amor.

Rebeca Cervantes Martín, MMB
Coordinadora del Área de México-Centroamérica

“A mis 48 años, comparto que, en los años de la adolescencia y juventud, el pertenecer a los Grupos Juveniles, me permitió aceptar la realidad de un cáncer incurable de mi mamá, que la consumió en un par de años, donde hubo mucha impotencia y finalmente el momento de la separación, que fue un aceptar que Dios es grande, que nos apoyo en esos momentos, ya que le permitió reconciliar su vida. Fue el momento que más cerca sentí a Jesús. A pesar de no tener un hogar completo, fue compensado por mi participación en las actividades del Grupo Juvenil, que cimentó mi fe y mi forma de ser, mi lucha constante, por seguir a Jesús, sabiendo que soy pecador y que no puedo dejar de trabajar por acercarme a Él. El apoyo que recibimos del Padre Osmin y de la hermana Rebeca, nos ayudó a trabajar esos años como jóvenes por los/as jóvenes. Hay mucho que agradecer, Dios los bendiga”

Luis Call

“En el grupo juvenil recibimos una valiosa base espiritual que se fue fortaleciendo día con día. Ayudándonos en nuestra juventud para mantenernos firmes en los caminos del Señor y que ha sido de gran bendición para nuestra familia. Sor Rebeca gracias por ser el vivo ejemplo de la palabra y amor de Dios y un testimonio de vida digno de seguir. La queremos mucho y la extrañamos en Guatemala”. (De aquel grupo juvenil salió ésta feliz pareja)

Edy y Glenda

“Es difícil empezar a escribir que fue el Grupo de Semilla de Juventud en mi vida. Son tantos y tantos recuerdos gratos y llenos de esperanza que me es complicado describirlo, no encuentro las palabras que puedan expresar con certeza todo lo que ha significado, pero lo intentaré. Junto con la llegada de la adolescencia y la juventud, llego el llamado amoroso de Jesús quien con lazos de amor y ternura nos reunió a cada una/o de quienes conformamos este hermoso grupo de jóvenes “Semilla de Juventud”.

Pero no lo hicimos solas/os, el plan perfecto de Dios era enviarnos a dos siervos fieles y llenos del compromiso de servir, el Hermano Osmin y Sor Rebeca a quienes les tenemos mucho cariño, admiración y respeto, ellos fueron los pilares que nos sostuvieron y nos enseñaron el valor de la unidad, la solidaridad y la empatía con el más necesitado, el orar sin reservas y con la confianza plena en que éramos escuchadas/os, con su entusiasmo nos impregnaron del dinamismo y la fuerza del amor y la paz que sobrepasa todo entendimiento.

Fue un tiempo hermoso, indescriptible, único… Después de tantos años sigo unida a mi mejor amigo Jesús, él me ha llevado a lugares inimaginables y lo que aprendí en el grupo, me ha motivado a seguir amándolo, cantándole, buscándolo, aprendiendo en Él y confiando en que sus planes son de bendición para mi vida. El camino no ha sido fácil, pero creo en sus promesas”.

Disnarda de León

“ ¿Qué significó para mí estar en el grupo? Tenía menos de 20 años cuando ingresé al grupo. Como cualquier joven de esa edad, tenía muchas ganas de entender el mundo, de vivir a Cristo, pero muy poca experiencia. Estar en el grupo, significó adentrarme más en la experiencia cristiana, en cuestionarme a mí mismo, sobre quién era. Significó empezar a vivir la fe, adentrarme en mi vocación. Inclusive, pensar en el camino del sacerdocio. No me hice sacerdote, pero vivo hoy sobre las bases, sobre los cimientos que fueron fundados en aquel entonces, y que continúan siendo parte de mí”.

Jorge García Gaitán