“SE HACE CAMINO AL ANDAR”

Como ya habíamos compartido antes, la comunidad ubicada en la calle Santander, en México, D.F. tiene como principal misión ser la sede del Gobierno de la Región de México-Centroamérica, conformada por tres países: México, Nicaragua, Guatemala, y ser “Casa de Acogida” para las hermanas y para encuentros o diversas reuniones.
Una de estas tareas como Coordinadora Regional es la visita a las diversas comunidades. Recientemente estuve en la comunidad de Soyatitán, Chiapas, al sur de México, en donde permanecí por dos años no hace mucho, así que volver ahí ha sido algo muy bello, momentos de mucha alegría, de reencuentro con personas queridas, sobre todo las y los Catequistas con quienes trabajé más directamente. También  tuve la suerte de coincidir con la realización de la Asamblea Parroquial, fue un regalo poder participar y ser testigo de todo lo expresado por: Animadoras y Animadores de Comunidades, Catequistas, Grupos de Mujeres y Jóvenes…  Emociona oír los informes sobre su caminar como grupos, sobre su compromiso en las distintas tareas de evangelización, de formación, de animación en la vida de las comunidades. Todo esto en medio de la realidad económica tan difícil que viven, ya que es una zona totalmente campesina donde el cultivo es la caña de azúcar y el precio en este año ha bajado muchísimo,  agudizando  aún más su realidad de pobreza.

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santander-nov-01Por otro lado, quiero compartirles que a mi regreso de Soyatitán, en nuestra casa del D.F.  que en general es silenciosa con tres moradoras; en estos días, su rutina se ha visto rota al ir recibiendo a las hermanas que van llegando desde Nicaragua, Guatemala, Guadalajara y Chiapas para la realización de la “Asamblea Regional Anual” en la que se comparten las realidades de la Vida-Misión de nuestra Región de México Centroamérica.
Durante muchos meses hemos ido haciendo un proceso de reorganización con la participación de todas las hermanas y en estos días profundizaremos los resultados de todos esos aportes, en una actitud  de abrirnos a la Ruah a través del discernimiento para ver cómo continuar este caminar de acuerdo a la voluntad de Dios, a la necesidad de los pueblos que acompañamos y contando con nuestra propia realidad como Mercedarias. Todo esto es un reto en la búsqueda de nuevos caminos, deseando estar abiertas a la Sabiduría, y así vamos haciendo camino porque…

“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar”

Rebeca Cervantes Martín, MMB

“LO QUE NOS HACE SENTIR
COMO PUEBLO”

 

Quiero compartirles la experiencia tan profunda que he tenido el regalo de vivir del 27 de septiembre al 1 octubre.

Quienes han pasado por Mixtepec, en Oaxaca, Méx., saben la gran importancia que tienen las “Mayordomías” en ese querido pueblo, en cuanto a vivencia de fe, de compartir solidario e identidad de pueblo.

En este año, le tocó a Doña María Marroquín, suegra de Karmele mi sobrina, la Mayordomía de San Miguel, que es una de las grandes Mayordomías. Como su esposo ya tiene otra familia en EE.UU. y se hizo evangélico, no pudo participar y le tocó a Fausto, esposo de Karmele, como hijo mayor de la mayordoma, asumir el cargo y la responsabilidad, junto con su madre y su esposa.

Karmele envió una carta invitando a todas las MMB que quisieran participar, cuando me llegó la invitación dudé mucho, pero por fin, después de sentir el apoyo de la comunidad de El Viejo en Nicaragua y de la Comisión Regional, me decidí a aceptar la invitación y me fui.

Fue una experiencia increíble. Había vivido muchas mayordomías en los 9 años que estuve en la Misión de Mixtepec, pero ahora tuvo mayor riqueza, porque la viví desde dentro y como parte de la mayordomía en todos los trabajos, acogida a la gente que llegaba, rituales, procesiones, etc. Llegué la víspera de la fiesta y me pude participar en toda la preparación, como 50 mujeres que iban y venían ayudando desinteresadamente, y la familia atendiendo y sirviendo a quien llegaba, eso durante todo el día. Para que comprendan la magnitud de la fiesta, mataron 2 toros, 100 guajolotes, 30 gallinas y 1 cerdo. El mole tenía 12 especias diferentes: almendras, nueces, chocolate, canela, etc… y para completar, 65 kg. de diferentes chiles, todo ello, tostado y molido. No pretendo dar recetas, pero es para que se hagan un poco la idea de lo que supuso cocinar todo eso y servirlo, por tres días a alrededor de 350 personas y familias, porque a cada invitada/o se le daba un jarrito para compartir la comida con su familia.

  
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Generosidad, solidaridad, compartir, acompañar, alegría… todas y todos buscando como ayudar, como colaborar y todo esto lleno de oraciones, incienso y rituales indígenas en un cuarto de la casa donde estaba “el santito”, San Miguel.

Llegó gente desde los EE.UU. para la fiesta y decían… “esto es lo nuestro, lo que nos hace sentir como pueblo” y se les veía tan felices…

Yo pensaba que la gente no me iba a conocer después de tantos años, pero el viernes que llegué, era día de mercado, mi sorpresa fue cómo la gente llegaba a saludarme con mucha alegría diciendo “madrilu” que significa “madrecita” en mixteco. Lo que más me llegó es que no era solamente mi persona, sino el sentimiento y la alegría que tenían porque las “madres” se seguían acordando de su pueblo. Expresiones como… “cuando ustedes se fueron, el pueblo se quedó triste, no tenemos quien nos acompañe”. Por supuesto la pregunta de “por qué nos fuimos”, “por qué no se queda…” se repetía continuamente. Se imaginan cómo llegaban hasta dentro…

Me preguntaron por todas y cada una de las que tuvimos la dicha de pasar por aquel pueblo. Desde Guiomar hasta las últimas: Miren y Gloria Alicia, hermanas MMB.

Pasada la fiesta, los dos últimos días, me dediqué a visitar a la gente en sus casas: Imelda, Tomasita, Don Tereso, Doña Amparo, Sara, Doña Paula la viuda de mi compadre Otilio… gocé muchísimo con ellas y ellos, y por qué no decirlo, también lloramos juntas y juntos. También sentí muy bonito que me iban brotando palabras y frases en mixteco, según iban pasando los días y la ilusión que le hacía a la gente escucharme hablar en su lengua.

Me queda un sentimiento de gozo y alegría por el reencuentro, de agradecimiento por la fe de este pueblo, por tantos valores cristianos que viven normalmente, como parte de su cultura, de su identidad y también gran felicidad porque las MMB seguimos en el corazón de ese pueblo, junto a eso la tristeza de haberlo tenido que dejar.

Gracias a ese pueblo, por ser como es, gracias al Instituto y a la Región de Mercedarias Misioneras de Bérriz que me dieron la oportunidad de vivir ahí tantos años, gracias a mi comunidad de El Viejo que me animó y apoyó para que pudiera vivir esta experiencia que me ha dado tanta vida y gracias a Karmele que metió en mi familia a un mixteco y a su pueblo, y que me invitó a participar en esta hermosa e inolvidable fiesta de la “Mayordomía”.

Abdona Viar, MMB

“COMPARTIENDO
EXPERIENCIAS
DESDE EL SENTIR
DE LA JUVENTUD”

 

“Lo que significó

el Encuentro Juvenil Diocesano

para ellas y ellos”

 

Este encuentro ha significado una muy buena forma de compartir con otras y otros jóvenes de la Diócesis, ha significado vida, ya que por el número de chavas y chavos que asistimos, notamos que el proceso de participación y colaboración va avanzando en nuestras diferentes zonas, que los esfuerzos están dando frutos en toda la Diócesis.

Representó gran fortaleza y esperanza para continuar trabajando desde nuestra identidad como jóvenes, aportar y contribuir a la realidad que estamos viviendo a la manera de Jesús y desde el saber discernir. Significa compromiso, compromiso de llevar esta experiencia a las y los jóvenes de nuestras Comunidades y Parroquias que no pudieron asistir para que ellas y ellos también se sientan felices en el servicio y parte de una Comunidad-Iglesia que nos incluye como jóvenes.

Rosbi Ruiz Jiménez

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La verdad este Encuentro Juvenil me encanto, fue un evento en el cual se habló acerca de Dios, no de una manera aburrida, sino de una manera dinámica, bonita, además de muy divertida. También convivimos con diferentes personas e hice nuevas amistades.

Valeria López

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El Encuentro Juvenil ha significado mucho para mí y me dejó mucho en que pensar. Siento la necesidad de buscar la Misión que tengo en esta vida y también, cómo poder contribuir para un mejor Reino de Dios, cómo ser un buen hijo de Dios. Me ayudó a encontrarme conmigo mismo y aprender que en esta vida sólo necesitó ser yo y no necesitó ser nadie más.

Cesar Ozuna

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soyayitan-nov-01He reconocido que debemos de salvaguardar o recuperar nuestra identidad, el ser yo y ser una misma. Buscar y defender nuestra vida como lo hizo Jesús, en nuestro tiempo y espacio, que requiere voluntad y un compromiso. Conocer, comprender y actuar en base a la realidad en que vivimos. Algo muy importante es que debemos actuar con sabiduría, para transmitir todo lo aprendido. Aprender también a “no callar nada”, expresar nuestra palabra.

Ana Ruth Nataren

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Hola a todas y todos, pues para mí el Encuentro Juvenil significó algo muy importante en mi vida, porque aprendí a convivir con otras y otros jóvenes. Me gustaron mucho las dinámicas tan bonitas y el tema que nos dió el Padre Oscar sobre la Misión que tenemos cada una de nosotras. También el tema que dió el hermano Addy estuvo muy interesante y me encanto el trabajo por grupos, ya que nos conocimos más entre nosotras y nosotros, y me gustaría volver a participar en otro Encuentro.

Silvia López

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Hola!… para mí el Encuentro Juvenil significo muchísimo, ya que fue un encuentro para compartir con diferentes jóvenes de toda la Diócesis. Los temas estuvieron muy padres, ya que nos dieron pista de cómo seguir adelante en la búsqueda de nuestro propio camino. Las personas que expusieron insistían en la búsqueda del camino que queremos tomar a través de la fe y de lo que nosotros y nosotras elegimos. También, cómo rescatar nuestra cultura maya, nuestra cultura originaria y nos recordaban de la necesidad de saber de dónde venimos para no perder nuestros orígenes.

Osmar Gonzales